En las últimas dinastías se produjeron cambios radicales en el consumo y la producción del té, configurando las costumbres actuales relativas a esta bebida. La dinastía Qīng 清 vio el final del monopolio chino del té y la adquisición de los métodos de producción por parte de las potencias occidentales.

Durante Sòng 宋, la preparación del té alcanzó su más alto grado de sofisticación, requiriendo un arduo y laborioso proceso que sólo era posible entre las clases altas, que a menudo disponían de varios sirvientes dedicados a esta tarea. A esto se añadió la fiebre por el dòuchá 鬥茶, los «duelos de té», en los que se competía por demostrar la habilidad en la preparación de esta bebida.

La dinastía Táng 唐 (618-907) fue la época de mayor difusión del consumo de té dentro de China, y en ella se produjeron grandes cambios que definieron no sólo la forma de consumirlo, sino también la forma de pensar el té durante el resto de la historia de China.

A pesar de las leyendas existentes sobre su origen, parece que los primeros usos del té no fueron como bebida sino como comestible con fines medicinales, en forma de encurtidos, fritos o condimentos. Ciertos grupos étnicos de la región de Yúnnán 雲南 todavía consumen el té de esta forma a día de hoy.