Introducción:
Aunque ya hemos hablado más o menos extensamente en otras ocasiones de ciertos aspectos o períodos de la historia del té, nos gustaría abordar ahora este tema de manera global.
La historia del té y su cultura es un tema extenso e imposible de abarcar en detalle en un artículo o varios de este blog. Incluso los libros que se han escrito sobre ello, se centran a menudo exclusivamente en ciertas épocas. Así pues, no pretendemos ofrecer una visión detallada de toda esta larga historia, sino un trazado general a grandes rasgos.
Por tanto, en los temas que ya hemos tratado previamente no entraremos en detalle y remitiremos al lector a algunos de nuestros artículos anteriores donde pueda encontrar más información al respecto si así lo desea. Estos artículos son:
- De «Comer Té» a «Beber Té»: El Té desde la Dinastía Táng
- Lù Yǔ y el Chá Jīng (I): El Sabio del Té
- Lù Yǔ y el Chá Jīng (II): el Clásico del Té
- El ‘Cha Jiu Lun’, Un Debate Entre el Té y el Vino
- Cha Ma Dao: La Ruta del Té y los Caballos
Origen de la planta de té:
Todo el té procede de la planta llamada camellia sinensis, cuyo origen se localiza en la actual provincia china de Yúnnán 雲南. Desde esta región se propagaría a lo largo de miles y miles de años a las regiones del noreste de la India, el sureste de Asia y al resto de la China continental, encontrándose incluso en la isla de Taiwán.
Hoja y flor de la camellia sinensis, o planta de té.
En este proceso de expansión, la planta mutó y se adaptó a diferentes condiciones y hábitats, dando lugar a más de quinientas subespecies, que podemos agrupar en dos grandes grupos principales: camellia sinensis sinensis y camellia sinensis assamica.
La planta presenta gran variedad de características entre estas subespecies. Algunas de estas razas de té son árboles de hoja grande que pueden alcanzar más de 25 metros de altura, mientras que otras son arbustos bajos de hoja pequeña.
El árbol de té es una planta particularmente longeva. En Yúnnán existen bosques de té de gran antigüedad. Se calcula que uno de los árboles más viejos todavía vivo tiene alrededor de 2700 años.
Árbol de té.
Los componentes químicos de la hoja de té, entre los cuales encontramos catequinas y otros polifenoles, azúcares, vitaminas, aminoácidos, probióticos, aceites, minerales, alcaloides, fibra y ácido orgánico, dotan a la planta de propiedades medicinales muy apreciadas por el ser humano desde la antigüedad.
Los chinos llevan explotando esta planta desde hace varios miles de años, de diversas maneras, que han ido cambiando a lo largo de la Historia, algunas de ellas muy diferentes a lo que hoy en día reconocemos como té. Además, han desarrollado toda una cultura alrededor de esta planta y de su consumo, hasta el punto de que hoy en día beber té es sin duda uno de los rasgos definitorios de la cultura china.
Primeros usos del té:
Las leyendas atribuyen el descubrimiento del té al mítico emperador Shénnóng 神農, el agricultor divino, una figura ligada a la medicina, del que se dice que enseñó a la humanidad a sembrar y cosechar el grano y que probó todas las especies vegetales para saber si eran o no aptas para el consumo humano.
Shénnóng 神農.
En lo referente al té, el conocido “mito de Shénnóng” cuenta que en cierta ocasión, estando este personaje sentado bajo un árbol de té, y sintiéndose enfermo tras haber consumido una planta tóxica, una hoja del árbol cayó en la olla donde estaba hirviendo agua. Tras beber esta agua, Shénnóng se sintió revitalizado y descubrió así las propiedades beneficiosas del té.
Ya hemos visto anteriormente que la primera referencia escrita al mito de Shénnóng aparece en el Chá Jīng 茶經 de Lù Yǔ 陸羽 y que, por tanto, pudo haber sido éste el creador de tal mito, a todas luces falso (ver Lù Yǔ y el Chá Jīng II: el Clásico del Té). Aunque algunos estudiosos creen que Shénnóng pudo en realidad ser el nombre de una tribu o grupo de personas (Shénnóng shì 神農氏), el mito es interesante porque nos habla de un origen del té como medicina.
El primer consumo de la hoja de té parece haber sido como comestible, posiblemente con propósitos medicinales, en forma de encurtidos, fritos o condimentos. Ciertos grupos étnicos de la región de Yúnnán todavía consumen el té de esta forma a día de hoy.
También, en algunas zonas de Guǎngdōng 廣東 y Taiwán los grupos hakka (kèjiā 客家) consumen todavía una especia de sopa hecha con té conocida como léi chá 擂茶, “té machacado”, a la que se añaden frutos secos y cereales. Los ingredientes son molidos en un mortero hasta formar una pasta pegajosa a la que se añade agua caliente, y el resultado es consumido a modo de sopa. Estas formas de té como comestible son muy antiguas y anteceden al uso del té como bebida.
Preparado del léi chá 擂茶, “té machacado”.
Debido a la vaga nomenclatura con que los antiguos chinos se referían a la planta de té, es difícil de rastrear sus orígenes. Durante mucho tiempo, no existió una palabra para referirse a esta planta en exclusiva. Los chinos la incluían entre un grupo de plantas amargas a las que nombraban como tú 荼, por lo que cuando encontramos este término en documentos escritos no podemos estar seguros de que se refiera al té. Sólo a partir de la dinastía Táng 唐, cuando aparecería el término específico por el que la conocemos hoy, chá 茶, comienza a ser verdaderamente fiable la información.
Aunque el té comenzó siendo un producto consumido localmente en las regiones productoras, recientemente se han descubierto hojas de té en la tumba del emperador Hàn Jǐngdì 漢景帝 (muerto en 141 a.C.), en la actual Xī'ān 西安. Los análisis químicos confirman que se trata de camellia sinensis. Esto demuestra que el té ya se estaba importando a esta región en el siglo II a.C. Para conservar y transportar estas hojas sin que se estropearan, es posible que los lugareños las dejasen secar al sol.
Hallazgos similares hablan de un transporte del té a la región de Tíbet ya en el s. II d.C., cientos de años antes de que documentos escritos registren el comercio del té con Tíbet. Asimismo, el hecho de que los emperadores fueran enterrados con ella, da cuenta de la importancia que esta planta tenía para ellos.
Hallazgos de té en la tumba del emperador Hàn Jǐngdì 漢景帝 y en Tíbet.
Aunque las hojas encontradas en estas tumbas están compuestas por brotes jóvenes de una cosecha fina que apuntan a un alto grado de especialización y conocimiento para la época, esto no significa que el té fuera ya consumido como bebida.
A pesar de estos descubrimientos recientes que demuestran su consumo por parte de algunos emperadores y reyes y, es posible, que de otros miembros de la élite, parece que el consumo de té siguió estando limitado principalmente a las regiones del sur.
Wú Lǐzhēn
Se dice que la primera persona en domesticar la planta de té fue un monje llamado Wú Lǐzhēn 吳理真, natural de Yǎ'ān 雅安 en Sìchuān 四川. En el siglo I a.C., Wú Lǐzhēn, consciente de las propiedades medicinales del té, habría tomado semillas de plantas salvajes de té que crecían en las montañas y las habría plantado y cultivado él mismo.
Estatua de Wú Lǐzhēn 吳理真.
Se dice que Wú Lǐzhēn plantó siete arbustos de té en el monte Méngdǐng 蒙頂 de la región de Méngshān 蒙山 y experimentó con su cultivo. Se le considera el padre o ancestro del té (chá zǔ 茶祖). No obstante, su existencia es puesta en duda por muchos, y podría tratarse de una leyenda más.
El lugar donde supuestamente este monje plantó el té fue durante Sòng 宋 un jardín imperial (皇茶園 Huáng cháyuán) que suministraba té de tributo (gòng chá 貢茶), y estaba protegido bajo pena de muerte. Aunque actualmente sigue existiendo ese jardín, las plantas que allí crecen no son las originales plantadas por Wú, si es que éstas existieron alguna vez.
Jardín imperial de Méngdǐng 蒙頂 donde supuestamente Wú Lǐzhēn plantó té por primera vez.
Durante la dinastía Hàn 漢, algunos tratados de medicina, como el Shí Lùn 食論 de Huà Tuó 華佗 (año 220), contienen referencias a lo que podría ser té, pero debido al problema de nomenclatura del que ya hemos hablado, no podemos estar seguros a ciencia cierta.
Para el siglo III d.C., el té se cultivaba ya en las regiones del suroeste, en las actuales Yúnnán y Sìchuān. Su consumo habría estado reservado en un principio a los emperadores y a las élites sociales, con alto nivel adquisitivo.
Tras la caída de la dinastía Hàn, las invasiones de los pueblos nómadas en el norte de China produjeron grandes desplazamientos de población hacia el sur. Con estas migraciones, el centro de la cultura de China también se desplazó, adquiriendo mayor prominencia las tradiciones sureñas, con el consumo de té entre ellas.
La domesticación de la planta y su producción permitió un excedente de producto que se exportó a nuevos mercados. Fue en esta época, alrededor del siglo IV, cuando el consumo de té se empezó a difundir entre la gente ordinaria en el sur de China. La producción y el procesado se refinaron y la calidad del producto mejoró, preparando los grandes cambios que iban a tener lugar durante Táng.
A mediados del siglo VI existía ya un entendimiento general de la planta del té y de sus propiedades medicinales, aunque aún no se hubiese desarrollado una terminología específica para referirse a ella.
Ya en esta época se consumía el té en la forma llamada jiānchá 煎茶, cocido en agua con otros ingredientes como cebollino, jengibre, cáscara de naranja, manteca y sal, que iba a ser la forma predominante en Táng.
La difusión del consumo de té antes de Táng
Para poder transportar el té a grandes distancias sin sufrir un gran deterioro, ciertos cambios en procesado del té habrían sido necesarios. Antes, se habría consumido la hoja sin procesar, probablemente recogida y consumida en el mismo lugar, quizá siendo secada al sol para conservarla durante más tiempo.
No obstante, ante la necesidad de un producto estable, que pudiera ser transportado y consumido en otros momentos y lugares, aparecieron las tortas o medallones de té. Esto fue posible al descubrirse la desactivación de las enzimas que producen la oxidación mediante la aplicación de calor en forma de vapor, con lo que el té se conserva verde por más tiempo.
No está claro en qué momento, antes de Táng, comienzan a producirse estas tortas con hojas pasadas por vapor, molidas y prensadas en un molde junto con alguna sustancia aglutinante. Este cambio habría permitido el transporte a grandes distancias sin que el té se echara a perder por el camino.
Durante muchos siglos todo lo que se había producido era té verde (lǜchá 綠茶), desconociéndose aún el resto de variedades actuales. Pero por esta época habría aparecido el té post-fermentado (hēichá 黑茶, aunque esta nomenclatura es posterior), al fermentar los bloques de té por accidente durante su transporte. Resultó que este té, que en un principio parecía haberse echado a perder, se tornaba más suave y adquiría mayor complejidad de sabor.
Continuará...
En el siguiente artículo exploraremos los grandes cambios que se produjeron durante Táng, tanto a nivel material como filosófico.