La Antigua Ruta del Té y los Caballos (Chá Mǎ Gǔ Dào 茶馬古道 o Chá Mǎ Dào 茶馬道) era una ruta comercial que unía la provincia china de Yúnnán 雲南 con el Tíbet. Durante más de mil años, a través de ella se han intercambiado productos como sal y azúcar procedentes de China por todo tipo de objetos tibetanos. Pero las mercancías con que más se comerciaba, y que dieron nombre a esta red de caminos, eran té y caballos. Sin embargo, no era ésta una ruta única, pues había otras que procedían de Sìchuān 四川, y otras que atravesaban Nepal para llegar a la India o que se dirigían a Birmania.
A través de la Ruta del Té y los Caballos se han intercambiado, durante miles de años, té procedente de China por caballos tibetanos.
En Yúnnán, el té principalmente procedía de Pǔ'ěr 普洱市, una ciudad-prefectura situada a unos trescientos kilómetros de la capital de provincia, Kūnmíng 昆明. A las hojas de té se les aplicaba vapor para comprimirlas en bloques, con el fin de hacer más fácil su conservación y transporte. A esto es a lo que se llamó zhuān chá 砖茶 o “té de ladrillo”. Además de en forma de ladrillo, también se comprimían las hojas formando discos o tortas (bǐng chá 餅茶). El té destinado al comercio con el Tíbet era un té negro muy basto y contenía trozos de tallos y ramas. Aún hoy este té se encuentra por todo Tíbet; cada bloque puede pesar entre medio kilo y tres kilos.
El té prensado en forma de tortas para facilitar su conservación y transporte.
La red de caminos atravesaba los pueblos de Dàlǐ 大理 y Lìjiāng 麗江, pasaba por Gyelthang (posteriormente llamada con el nombre más comercial de “Shangri-La”), y ascendía hasta Déqīn 德欽, en el vértice noroccidental de la provincia de Yúnnán, donde se yergue el sagrado Khawa Karpo, una mole de 6740 metros de altura, en la cordillera de Méilǐ Xuěshān 梅里雪山.
El monte Khawa Karpo, en el vértice noroccidental de Yúnnán, colindando con Birmania y Tíbet.
El camino que venía de Sìchuān solía tener como origen la localidad de Yǎ'ān 雅安, avanzaba en dirección oeste por Kāngdìng 康定, Lǐtáng 理塘 y Bātáng 巴搪, y se adentraba en Tíbet para convergir con la ruta procedente de Yúnnán. Los monasterios budistas a lo largo de la ruta eran generalmente encargados de regular la distribución del té en su zona correspondiente.
La Ruta del Té y los Caballos: Porteadores cargando fardos de té.
Hoy la ruta está asfaltada, y por ella circulan camiones con todo tipo de bienes chinos arriba y abajo. Pero antaño los caminos eran difíciles y tortuosos, superando en algunos puntos los cinco mil metros de altitud, y los comerciantes tardaban tres semanas en recorrer a pie los 225 kilómetros desde Yǎ'ān hasta Kāngdìng. Cada porteador, hombre o mujer, cargaba a sus espaldas un mínimo de 60 kilos de té, pudiendo algunos de ellos acarrear más de 125 kilos. Cuanto más peso, más beneficio. Y no se hacían precisamente ricos. Cada kilo de té transportado valía un kilo de arroz de vuelta a casa. Caminaban con ayuda de una muleta, deteniéndose cada pocos pasos para apoyar la carga sobre ella unos instantes antes de continuar. Tenían que atravesar ríos y sortear riscos, y enfrentar condiciones climáticas muy adversas, tanto en verano por las lluvias como en invierno por las nieves, poniendo su vida en peligro prácticamente a cada paso. Muchos no regresaban a casa. Desde Kāngdìng, el té se empaquetaba sobre yaks y mulas y continuaba su camino hacia Lhasa.
Los monasterios se encargaban de la distribución del té en la región.
Desde Tíbet, las caravanas regresaban por el mismo camino, trayendo de vuelta caballos tibetanos para la guerra y demás bienes del altiplano. Durante la dinastía Míng 大明 (s. XIV-XVII) se pagaban de 200 a 450 kilos de té por corcel, dependiendo de la calidad de éste. Muchas dinastías chinas se sirvieron de los corceles tibetanos para combatir a los mongoles y al resto de sus enemigos nómadas del norte. Además de servir al comercio, la Ruta era una importante vía de intercambio cultural entre China e India. Pero los senderos, que comprenden hasta cuatro mil kilómetros, existían ya mucho antes de usarse para este fin.
El té es un elemento necesario en la vida de los tibetanos, ya que ayuda a digerir los alimentos altos en grasas, proteínas y calorías que componen su dieta. Lo preparan con sal y mantequilla de yak y a veces lo mezclan con tsampa (harina tostada de cebada). Antes de importar té procedente de China, los tibetanos encontraban las vitaminas y otras sustancias beneficiosas contenidas en el té en otras hierbas, como hojas de hiperycum o erjidejar.
Mujer de una familia nómada frente a una tienda de lona (su casa) en las altiplanicies que rodean Lǐtáng (Sìchuān), a casi 4000 metros de altitud.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses bloquearon la carretera a Birmania, y Chá Mǎ Dào jugó un papel importante para suplir a China como vía alternativa. En la última mitad de siglo, con el desarrollo de carreteras y transportes modernos, la Ruta del Té y los Caballos ha ido sumiéndose en el olvido, convirtiéndose en un recuerdo lejano de otros tiempos que tan sólo perdura en los corazones de unos pocos.