Los Tres Reyes Sabios son personajes semilegendarios a los que se atribuye la creación de la civilización china. Son considerados como soberanos ejemplares, que sostenían altos valores morales y bajo cuyo mandato el pueblo vivía en armonía. Estos tres emperadores son Yáo 堯, Shùn 舜 y Yǔ 禹; según los textos clásicos, reinarían entre el 2333 y 2025 a.C.
El Emperador Yáo 堯
Descendiente del Emperador Amarillo (黄帝 Huáng Dì), Yáo asume el cargo de gobernante a los veinte años de edad. A él se le atribuye la creación de las instituciones de gobierno, poniendo en marcha un sistema organizado que delega autoridad en diferentes cargos oficiales.
El Shū Jīng 書經 o “Clásico de Historia” lo considera un modelo de benevolencia, definiéndolo como inteligente, sincero y reflexivo, y lo identifica como responsable de la unificación de una multitud de estados que existían hasta entonces de manera independiente.
Basándose en observaciones astronómicas, Yáo determina los movimientos del sol e inventa el calendario solar, esto es, adapta la actividad humana a los patrones del Cielo, armonizando el mundo natural y el humano. Hasta entonces el calendario chino era puramente lunar, es decir, no guardaba relación con las estaciones, que vienen determinadas por el movimiento de la tierra respecto al sol. De esta manera, la agricultura carecía de un patrón fiable por el que guiarse para determinar las fechas adecuadas para la siembra y la cosecha. La introducción del calendario solar regula la agricultura, proporcionando a los campesinos este patrón tan necesario, y por tanto favoreciendo la prosperidad económica del país.
En resumen, Yáo es considerado como la fuente del comportamiento civilizado, promotor del bienestar económico del pueblo y creador del aparato burocrático de gobierno. Según los textos, vivió cerca de 120 años.
A la hora de decidir a quién transmitir el gobierno, Yáo eligió como sucesor a un campesino llamado Shùn en lugar de a su propio hijo, por considerar a éste último incapaz de gobernar. Shùn era un simple agricultor que nunca había desempeñado cargos oficiales, pero que destacaba por su conducta virtuosa. Esta elección pone de manifiesto una de las ideas más importantes de la época: el gobierno del hombre virtuoso. El derecho a gobernar se basaba en la virtud y no en la herencia.
El Emperador Shùn 舜
Perteneciente al pueblo común, Shùn fue elegido por su talento y rectitud como sucesor por el emperador Yáo. Éste último, para probar la capacidad de Shùn como gobernante, le pone a cargo de la administración de un distrito y le otorga a sus dos hijas en matrimonio. A pesar de ostentar el nuevo cargo y de disponer de cierta riqueza, Shùn continúa viviendo humildemente y cultivando la tierra a diario. Procedente de una familia que los textos califican de malvada, sobrevive a varios intentos de asesinato por parte de sus parientes, pero en todas las ocasiones los perdona y continúa tratándolos con la máxima reverencia, ostentando una de las virtudes más valoradas por los pensadores posteriores confucianos, la piedad filial.
Los Tres Reyes Sabios.
Shùn, habiendo demostrado ante Yáo su capacidad como gobernante sabio, asume definitivamente el cargo a los 30 años. Durante su reinado ofreció sacrificios a los dioses del Cielo y la Tierra y viajó por todos los rincones del reino, el cual dividió en doce provincias. En sus viajes establecía orden entre las gentes y enseñaba el comportamiento ético.
Shùn crea modelos de conducta ética y define los castigos que se han de aplicar a los criminales. Éstos son, de menor a mayor magnitud: azotes, exilio y muerte. La prisión, en esa época, no estaba contemplada como un castigo y no formaba parte del sistema penal, sino que se empleaba sólo como medio de custodiar a aquellos que esperan juicio. Es considerado también como el creador del ritual porque establece las reglas por las cuales se han de regir las ceremonias.
Shùn, al igual que su predecesor, considera a sus hijos indignos de gobernar y elige a Yǔ como sucesor. Muere por una enfermedad repentina en uno de sus múltiples viajes por el país.
El Emperador Yǔ 禹
Yǔ había sido Ministro de Trabajos Públicos durante el reinado de Shùn, cargo en el que destacó de manera notable.
El logro más importante de Yǔ fue el control de las inundaciones producidas por las crecidas de los grandes ríos. En esa época, estas inundaciones eran frecuentes debido a la rápida sedimentación de lodo en el curso de los ríos, en especial del Río Amarillo (黄河 Huáng Hé), y asolaban grandes regiones. Yǔ draga los ríos y crea canales para redirigir su cauce, demostrando el dominio del hombre sobre la naturaleza.
El mito de Gǔn-Yǔ: 鯀禹治水 Gǔn Yǔ Zhì Shuǐ
Según una leyenda, una gran inundación que duró dos generaciones asoló las planicies del norte de China durante el reinado del Emperador Yáo, causando enormes estragos en las cosechas, hambrunas y desplazamientos de población. La gente abandonaba sus casas para vivir en las montañas y en las copas de los árboles.
Yáo designa a un hombre llamado Gǔn, padre del posterior Emperador Yǔ, para controlar las crecidas. Para ello, éste se sirve de un tipo de tierra con propiedades milagrosas llamada xīrǎng 息壤, la cual roba a los dioses. Esta tierra tiene la capacidad de expandirse por sí misma continuamente, y así, Gǔn la utiliza para construir diques y presas. Pese a todo, Gǔn fracasa en su empresa, y sus esfuerzos no son suficientes para controlar las inundaciones.
Durante el reinado de Shùn, Yǔ toma el relevo a su padre en la tarea. Identificando correctamente la causa de las inundaciones (la sedimentación de lodo), modifica acordemente su estrategia, dragando los ríos y construyendo canales, teniendo finalmente éxito donde su padre fracasó. Según el mito, en el curso de su empresa Yǔ tiene que lidiar con diversos seres sobrenaturales.
Según las investigaciones arqueológicas, una gran inundación del Río Amarillo tuvo lugar alrededor del 1900 a.C. La época es varios cientos de años posterior a la del mito de Gǔn-Yǔ, pero es posible que sirviera como base histórica para la creación de éste.
El Emperador Yǔ, rompiendo con la tradición de la elección del gobernante en base a sus virtudes, entrega el gobierno del reino a sus descendientes, inaugurando la sucesión hereditaria y estableciendo la dinastía Xià 夏, considerada en los textos clásicos como la primera dinastía china.
La dinastía Xià 夏
A pesar de nombrarse en los textos clásicos, carecemos de toda evidencia arqueológica sobre la existencia de la dinastía Xià. Las fechas de su fundación, y las del reinado de los Tres Reyes Sabios, preceden en casi un milenio a los primeros registros escritos.
Ninguna inscripción en artefactos de la época, ni en los posteriores huesos oraculares de la dinastía Shāng 商, hace referencia al Emperador Yǔ. Estas referencias no aparecen hasta el período Zhōu Occidental 西周 (1046 – 771 a.C.). Debido a ello, la dinastía Xià es considerada por muchos como una dinastía legendaria, y se tiene a la dinastía Shāng 商 como la primera dinastía histórica.
En la actualidad se sabe que la historia de los Tres Reyes Sabios fue escrita alrededor del s. V a.C., época muy posterior a la era a la que supuestamente pertenecieron estos líderes. Por tanto, y aunque los textos los tratan como figuras históricas, sería más acertado considerarlos como personajes legendarios.
El s. V a.C. estuvo marcado por el caos y las guerras, en un territorio dividido en múltiples estados feudales. Por tanto, las historias de los Tres Reyes Sabios nos dice mucho sobre los ideales morales que la China del s. V a.C. más valoraba y necesitaba. Estas historias son una expresión de las ideas políticas de su época, de cómo se consideraba que debía ser un gobernante ejemplar, y de la necesidad de unificación y armonía en el reino.