Las Artes Marciales como Producto de un Contexto Histórico y Social

Muchas veces las artes marciales son juzgadas como útiles o inútiles en la defensa personal, en base a diferentes aspectos que se consideran como poco realistas en el ámbito de la calle. Pero hay que entender que un arte marcial no es lo mismo que un sistema de defensa personal, aunque, por supuesto, todo arte marcial incluye herramientas útiles para la autodefensa.

Las artes marciales que han llegado hasta nuestros días son producto de un contexto histórico y social concreto en el cual surgieron, y están diseñadas conforme a diferentes criterios y para ciertos objetivos.

La realidad de la violencia en la calle está así mismo sujeta a estos mismos contextos socio-históricos, y puede ser muy diferente la violencia en la calle de la sociedad en la que uno vive de aquella que existía en el momento de la creación del arte marcial que practica.

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Incluso dentro de un mismo contexto geográfico, esta realidad seguramente ha cambiado desde el momento de la creación de un estilo marcial concreto.

De esta forma, la violencia que uno puede encontrar fortuitamente en una calle española no es la misma que puede encontrar en una calle de Estados Unidos o en el entorno de las favelas de Brasil.

Además, el deporte también se ha introducido en el ámbito marcial, y actualmente hay artes marciales especialmente diseñadas para el combate deportivo, es decir, para hacer puntos sobre un ring contra un oponente de una misma categoría de peso, lo que no necesariamente va a resultar útil ante un asalto en la calle contra un oponente más grande y fuerte, que elige a su víctima de manera consciente y a menudo ataca por sorpresa.

Por otra parte, hay que contar con el desarrollo posterior que cada arte marcial ha tenido desde su fundación, que ha podido o no adaptarse a la sociedad en la que se practica. Aquí entra en juego una dinámica de oposición entre la tradición y la adaptación o innovación. La tradición tiende a la cristalización de una forma y a la fosilización de una práctica. Muchas de las artes marciales practicadas hoy en día son tradicionales, es decir, toman como base una tradición más o menos rígida pero, en general, también dejan cierto margen a la adaptación.

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Veamos a continuación algunos ejemplos de cómo el contexto social e histórico afecta a las artes marciales.

En la antigüedad, las artes marciales chinas generalmente carecían de un sistema de mano vacío. Esto es debido a la naturaleza de la violencia en la sociedad de esa época. La mayoría de las situaciones en las que uno se veía obligado a defenderse eran contra un oponente armado y, en tal situación, las técnicas de mano vacía eran completamente inútiles. Por tanto, si en algunos casos se enseñaba algún sistema de mano vacía era únicamente como preparación al combate armado y no por su utilidad propia.

Por otra parte, la mayoría de estilos tradicionales de artes marciales chinas que se siguen practicando hoy en día datan únicamente de finales del siglo XVIII o principios del XIX. En esa época, la forma de hacer la guerra ya había cambiado y, al introducirse las armas de fuego y el armamento industrial moderno, las armas tradicionales como sables o lanzas dejaron de ser utilizadas en los ejércitos. También las armaduras se tornaron inútiles. A su vez, se desarrollaron armas civiles como el sable de cola de buey (niúwěidāo 牛尾刀) o la lanza de dos metros —en comparación con la lanza militar de casi cinco metros—, que eran utilizadas por milicias, maleantes y forajidos, o por artistas marciales para defenderse de éstos. Estas armas no estaban diseñadas para la lucha en formación, sino para batallas campales de unos pocos individuos dispersos, lo que da cuenta de sus técnicas oscilantes en contraposición con los ataques rectilíneos utilizados en la lucha en formación cerrada. Es por ello que las artes marciales chinas actuales en general utilizan pocas armas militares.

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Otro aspecto a considerar es la legalidad de la época en la que surgió el arte marcial. Es posible que, en las rencillas entre individuos, las autoridades de la sociedad de ese momento interviniesen poco. Cuando una persona atacaba a otra, si el atacante salía herido tenía poca repercusión legal para quien se defendía. En cambio, era bastante posible que en el futuro fuera objeto de venganzas o vendettas. Es el caso del maestro fundador del Tàijíquán 太極拳 del estilo Yáng 楊, Yáng Lùchán 楊露禪, que tuvo que dejar su aldea natal y trasladarse a Pekín por haber herido de gravedad a un contrincante, cuya familia a menudo enviaba matones para atacarle.

En la sociedad española actual esto no es en ningún caso así. Generalmente, e independientemente de quien inició una disputa, cada parte es responsable del daño que inflige, y si uno es atacado, por mucho que termine con la nariz rota o un ojo morado, seguramente no justifica la dislocación de una articulación del atacante. Y, en último extremo, en el caso de estar defendiendo la propia vida, esto deberá ser probado ante un juez, mediante lesiones o testigos.

Por tanto, las técnicas más efectivas que contienen las artes marciales tradicionales quizá no son idóneas para aplicar en situaciones de violencia actual, debido a estas repercusiones legales. Esto no quiere decir que el mismo arte marcial no pueda contener otras técnicas que sí lo sean.

El Choy Li Fut 蔡李佛 se creó en una época de revueltas contra el gobierno de la dinastía Qīng 清, y los primeros maestros del estilo entrenaban a milicianos que a menudo estaban perseguidos por las autoridades, y seguramente, si eran capturados perdían la vida. Por ello, estaban preparados para defenderse a costa de cualquier precio, y las técnicas del estilo se dirigen a dañar los ojos, atacar al cuello o romper articulaciones.

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El contexto es también responsable de lo que en la sociedad actual pueda ser considerado una carencia. Como ejemplo de ello, sirva referir la falta de técnicas de lucha en suelo de las artes marciales chinas. En la sociedad en la que estas artes marciales fueron creadas, cuando uno caía al suelo contra un oponente armado, suponía la muerte. En cambio, en los duelos a mano vacía entre maestros o practicantes de diferentes estilos, generalmente se determinaba el vencedor cuando éste derribaba a su oponente, y el combate terminaba.

Por el contrario, la lucha de suelo puede ser una parte muy útil de la defensa personal en las sociedades actuales.

Otro aspecto influyente son las prohibiciones o restricciones que pudiera haber en esa época con respecto a la práctica marcial. Es sabido que, en China, en diferentes ocasiones se han practicado las técnicas de lanza con palos, por estar prohibida la tenencia de armas entre civiles. Otro ejemplo muy claro puede ser la capoeira brasileña, que se desarrolló en un círculos de esclavos que tenían prohibido practicar lucha, y ésta tuvo que ser camuflada como baile.

Finalmente, como hemos dicho ya, hay que considerar el desarrollo posterior del arte marcial. Hay artes marciales que se han desarrollado hacia el combate deportivo, otras que lo han hecho quizá adaptándose a la violencia actual, añadiendo repertorio, y otras que se han enfocado al mantenimiento de la salud. Sirva de nuevo a modo de ejemplo el Tàijíquán, cuya utilidad marcial ha decaído en el último siglo notablemente, al enfocarse la mayoría de sus practicantes única y exclusivamente al mantenimiento de la salud.

Todas estas consideraciones no restan utilidad a las diferentes artes marciales en el ámbito de la defensa personal, sólo pretenden llamar la atención al practicante sobre aspectos a considerar si uno pretende realmente utilizar estas artes marciales para defenderse. Es necesario cierto discernimiento y algo de reflexión para trasladar el arte marcial al ámbito de la defensa personal y, antes de juzgar un estilo concreto como útil o inútil, plantearse para qué ámbito fue diseñado, y en qué ámbito pretende utilizarse. Y esta respuesta nos la dará el contexto histórico y social.

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