Antecedentes
En nuestro artículo anterior hemos visto cómo el opio se inició como un producto medicinal que durante la dinastía Míng 明 se convirtió en un bien de lujo, al alcance sólo de las élites, y componente de las prácticas de alcoba. En ese momento se consumía todavía ingerido en diferentes formas.
Asimismo, la introducción del tabaco procedente del continente americano y el desarrollo de la cultura de fumar tabaco, en base a la ya existente cultura del té, prepararían el terreno para la transición al opio fumado.
Finales de Míng-principios de Qīng: El opio fumado y la fiebre por el yánghuò
A finales de la dinastía Míng y principios de Qīng 清 se producen de nuevo cambios en la sociedad que afectarán al consumo del opio. El primero es la fiebre por los productos extranjeros (yánghuò rè 洋貨熱), y el segundo es el salto final al opio fumado, cambio que habíamos ya entrevisto con la introducción del tabaco fumado.
No obstante, antes de exponer estos cambios, es importante destacar que los manchúes, fundadores de la dinastía Qīng, prohibieron el consumo de tabaco fumado, antes incluso de su conquista de China en 1644, y lo consideraban un crimen peor que el abandono de la arquería —práctica esencial en su modo de vivir y de hacer la guerra—.
Arquero manchú a caballo.
Sin embargo, esto no impidió que el fumar tabaco se hiciera popular entre la élite y en la misma corte imperial. Las prohibiciones del tabaco apenas se trataron de hacer cumplir, y fueron pronto abandonadas. Los propios manchúes adquirieron en poco tiempo una boyante cultura de fumar.
El yánghuò rè: La fiebre por los productos extranjeros
El auge del opio en este período coincide con otro fenómeno: la moda entre las élites por el consumo y adquisición de yánghuò (bienes de allende los mares, en contraposición con guóhuò 國貨, bienes nacionales). Algunos de estos productos eran textiles, relojes y cajas de música, y otros guardaban relación con la cultura de narcotismo, como el tabaco para esnifar o rapé.
El rapé fue introducido en China en 1581 por el jesuita Matteo Ricci y, de nuevo, se extendió rápidamente convirtiéndose en un producto de lujo entre las clases altas gobernantes. Las botellas que lo contenían (bíyānhú 鼻煙壺) se fabricaban en metal, vidrio, jade, piedra, porcelana, marfil, laca y otros materiales, y alcanzaban un alto valor como obras de arte coleccionables. Los emperadores Kāngxī 康熙 y Qiánlóng 乾隆 tenían multitud de botellas de rapé entre sus posesiones, y a menudo las conferían a príncipes, magistrados y embajadores extranjeros como muestra del favor imperial.
Estas botellas son el precedente de lo que sucedería más tarde con las pipas de opio y toda la parafernalia que rodeó al consumo de la droga.
Botellas de rapé (bíyānhú 鼻煙壺).
El opio fumado
La costumbre de fumar opio apareció primero en Java —es posible que entre la comunidad china asentada en Batavia—, y se introdujo en China por la misma ruta de entrada que había seguido antes el tabaco: primero a Taiwán (Táiwān 台灣) y de allí a la costa de Fújiàn 福建 y Guǎngdōng 廣東, de donde proceden las primeras referencias escritas que tenemos de su consumo inhalado.
Los holandeses tenían puertos comerciales en Java y Taiwán, y es posible que fuesen ellos los primeros comerciantes en introducir opio para fumar entre una y otra isla, entre los años 1624 y 1660. Pero también los propios marinos y mercantes chinos que viajaban y trabajaban en el sureste de Asia contribuyeron a este proceso, copiando la costumbre de fumar de los habitantes locales y trayéndola a China a su regreso, conjuntamente con el producto. Estos marinos tuvieron también un rol importante en la propagación del hábito a otras regiones del sureste asiático.
Estrecho de Taiwán. En la costa continental, las regiones de Fújiàn y Guǎngdōng.
Fumar opio modificaba la calidad de la experiencia del consumo: la ingesta oral como medicina dejaba un sabor amargo, mientras que su combustión liberaba un aroma dulce y agradable que enseguida sería conocido como jiěmèn 解悶, disipador del aburrimiento y la ansiedad.
No obstante, el opio que se producía en Java y que se consumía entonces fumado no era opio puro, sino una sustancia llamada madak (màndákè 曼達克), que se hacía mezclando opio puro con raíces de plantas locales; mezcla que era machacada y hervida en agua y mezclada a su vez con tabaco.
En estos primeros momentos, el opio parece haber entrado por canales oficiales, ya que se pagaban impuestos de importación, pero pronto el emperador Yōngzhèng 雍正 prohibió su venta y consumo con un edicto en 1729, al igual que se había prohibido el tabaco.
El emperador Yōngzhèng 雍正.
Este edicto de Yōngzhèng contra el opio debe entenderse en el contexto de una acción más amplia para lidiar con cambios sociales relativos al orden moral —también prohibía la prostitución y la enseñanza de artes marciales—, más que como un ataque al opio en sí. Asimismo, la prohibición se extendía sólo al consumo recreacional de opio, y no a sus usos medicinales, lo que era aprovechado por muchos para evitar el castigo alegando motivos médicos.
De momento, la práctica de fumar madak parece restringida a las provincias de Fújiàn y Guǎngdōng y a la isla de Taiwán. También es interesante destacar que, mientras en el resto del mundo se consumía el opio de muchas maneras diferentes —comido, en forma de líquido mezclado con alcohol, como emplasto, como enema a través del recto, etc.— la costumbre de fumarlo estuvo prácticamente confinada a China y a sus colonias en ultramar.
El opio fumado: los modelos del té y el tabaco
Ya hemos mencionado que la cultura del tabaco en China se modeló en base a la ya existente cultura del té. Ahora, ambas modelarían la cultura del opio. De la misma forma que el té es también un ritual y un arte que conlleva el elegante manejo de una serie de utensilios que son piezas de artesanía, el opio conllevaría también un ritual en el que se buscaría la elegancia y el refinamiento.
Por otra parte, igual que las comidas se acompañaban con té, también el opio formará parte de esta forma de consumo. De hecho, ambas culturas, la cultura del té y la cultura de fumar —tanto tabaco como opio—, se desarrollarían conjuntamente en la actividad conocida como yānchá 菸茶 (“humo y té”).
Con el tiempo, la distinción de los espacios sociales para el consumo de opio y de té se terminaría diluyendo, pues las casas de té ofrecerán opio, y las casas de opio ofrecerán té.
De los dos hombres de la imagen, el de nuestra izquierda sostiene una pipa de opio.
Sobre la mesa, podemos ver dos gàiwǎn 蓋碗, donde se preparaba el té.
La transición del madak al opio puro
En la segunda mitad del siglo XVIII se produjo un nuevo cambio en la forma de consumo, con la transición del madak al opio puro. Este cambio se produjo más o menos paralelamente al descubrimiento por parte de los británicos del nicho de demanda de opio en China, y al inicio del contrabando del opio británico producido en Bengala —contrabando que, supuestamente, daría origen a las llamadas Guerras del Opio.
Las razones de este cambio no están del todo claras, y los historiadores han barajado varias hipótesis. Una de ellas es que el opio puro servía mejor al uso recreativo en el ámbito sexual. Otra teoría es que, para evitar la prohibición del consumo recreativo de la droga, podían aducirse razones médicas para la inhalación de opio puro de manera más convincente que para el madak. Finalmente, el consumo de opio puro podría haber servido, debido a su precio, como marca de estatus social, lo que concuerda con el cambio del opio Malwa, relativamente barato, que vendían los portugueses, al opio bengalí, más caro y de mejor calidad, en esta misma época.
El contrabando de opio británico
A principios del siglo XVIII, Gran Bretaña, que adquiría de China grandes cantidades de té —cuya importación proporcionaba grandes ingresos a la corona—, descubrió la demanda china de opio. La Compañía Británica de las Indias Orientales comenzó a competir con su homónima holandesa. Hasta entonces, los holandeses vendían su opio en Batavia (Indonesia) a comerciantes chinos que lo compraban y distribuían, de forma que no incumplían la prohibición china. Los ingleses copiaron la misma fórmula.
A finales del XVIII, la Compañía Británica de las Indias Orientales consiguió el monopolio de la producción de opio en Bengala. La Compañía no vendía directamente a China, para no verse implicada en la violación de la prohibición del opio. En su lugar, este opio era subastado a comerciantes privados, que lo trasladaban a las costas chinas y asumían el riesgo y las consecuencias del comercio ilegal.
El emperador Qiánlóng (reinado 1735-1796) había confinado todo el comercio con Occidente en un único puerto, Cantón (Guǎngzhōu 廣州). Allí residían los comerciantes occidentales durante la temporada de actividad comercial, y el resto del año lo pasaban en Macao (Àomén 澳門). Los comerciantes llevaban sus productos al puerto de Huángpǔ 黃埔 —conocido por los ingleses como Whampoa—, en el delta del Río Perla (Zhū Jiāng 珠江), donde lo vendían a agentes locales con licencia que tenían el monopolio chino del comercio con el exterior.
Se debe recalcar aquí que, a pesar de existir una prohibición contra el opio, ésta era laxa y apenas se aplicaba, de igual manera que la prohibición previa del tabaco. De esta forma, el comercio del opio era sumamente lucrativo para la corona británica, y fue viento en popa, incrementándose progresivamente durante los siglos XVIII y XIX.
En 1820, el gobierno chino declaró nuevas medidas contra el opio, lo que llevó a los comerciantes occidentales a trasladar el comercio del opio a la isla de Língdīng (Nèi Língdīng 內伶仃), algo alejada del puerto comercial y de la supervisión gubernamental, donde descargaban el cargamento de opio en barcos-almacén, y procederían al puerto de Huángpǔ con el resto de productos legales para ser inspeccionados.
En Cantón, los comerciantes se reunían con compradores chinos que, a su vez, acudirían a Língdīng para adquirir la droga y encargarse de su distribución en todo el país. Los contrabandistas chinos asumían la responsabilidad del cargamento a partir de ese momento, y se ocupaban de su transporte al interior por vías fluviales y terrestres. Estos contrabandistas chinos también se ocupaban de sobornar a los funcionarios del gobierno para asegurarse que no hubiera inspecciones en Língdīng.
El opio entre las clases altas
En la embajada de Macartney al emperador Qiánlóng (1792), los extranjeros observaron el consumo de opio fumado y lo describieron como una costumbre propiamente china. Recordaremos que, aunque el opio era consumido en muchos otros lugares del globo, incluida Gran Bretaña, éste se consumía ingerido generalmente en forma de láudano.
Pintura que representa la embajada de Lord Macartney
(abajo a la derecha, en ropajes europeos) a Qiánlóng 乾隆.
Según los embajadores, la costumbre era más prevalente en China que en ningún otro país, extendiéndose a ambos sexos y a personas de muy tierna edad, incluso niñas de diez años. También observaron la costumbre de esnifar tabaco. Macartney aseguró que el opio de Bengala se había convertido en una necesidad en las provincias sureñas.
Podemos observar en este proceso de adopción del opio fumado por los chinos una “indigenización” de un producto y costumbre extranjeros. Como ha mostrado Zheng Yangwen (The Social Life of Opium in China), en este proceso, los primeros en reinventar la cultura del opio fueron los eruditos y las clases adineradas, que reinterpretaron esta cultura adaptándola a la suya propia. Fue el consumo de opio por estas clases sociales altas lo que lo convirtió en algo deseable para el resto de la población, iniciando una moda. La poesía y la literatura se referían al consumo de opio fumado como tūn yún tǔ wù 吞雲吐霧: “tragar nubes y exhalar niebla”.
Entre finales de Qiánlóng y principios de Dàoguāng 道光, el yánghuò rè, o fiebre por los productos extranjeros, fenómeno del que ya hemos hablado, se incrementó y permeó también entre la gente común. Entre los productos más deseados estaban relojes, pieles, pañuelos, cajas de música, algodón, cerillas y vidrios.
Botellas de rapé.
Los comerciantes de Cantón hacían grandes beneficios con su comercio. El término yáng 洋 (literalmente, “océano”; figuradamente, “extranjero”) adquirió un nuevo significado: caro. Sin duda, el precio del opio y su naturaleza como yánghuò tuvieron gran influencia en esta nueva acepción.
El consumo se extendió a los eunucos de la corte, que empezaron a fumar opio a principios del siglo XIX. Éstos adoptaron el hábito porque parte de su trabajo consistía en preparar las pipas para sus amos, calentando la pasta de opio y sujetando la pipa mientras sus amos fumaban. Asimismo, ellos debían probar la inhalación inicial para asegurarse de que la pasta de opio estaba lista e, incluso, rotarse con sus amos para fumar (el opio era fumado en rotación entre dos personas; ver más abajo). Podemos suponer que los eunucos desarrollaron primero el gusto por el opio preparándolo para sus amos, y pronto quisieron disfrutar de él ellos mismos en privado.
Durante el reinado de Dàoguāng, la corte arrestó a varios eunucos en 1831 por posesión de opio y utensilios para fumar y, tras una investigación, se descubrió que uno de los príncipes de la familia imperial estaba implicado y proporcionaba dinero a sus eunucos para fumar en su propio palacio.
A pesar de todo, el consumo de opio fumado era a menudo tolerado en la corte imperial, y el mismo Dàoguāng, antes de convertirse en emperador reinante, ya hacía uso del opio fumado. Su padre, el emperador Jiāqìng 嘉慶, observó que en su reinado los guardias y ministros de la corte fumaban en privado, y especificó en 1811 los castigos para los fumadores, culpando del mal a los eunucos, que habían “envenenado” a su hijo. Según él, el mal del opio debía provenir de fuera del palacio y de más abajo en la escala social. Esta visión se convirtió en la línea oficial, influyendo con posterioridad la opinión de historiadores y del público general.
El emperador Dàoguāng 道光.
Así, el opio se convirtió en un pasatiempo urbano y culto, en un símbolo de estatus social, portador de todos los signos externos del gusto y la distinción: era difícil de encontrar, caro de obtener y requería un elaborado proceso de consumición, y se constituyó como modelo de lo deseable para las clases sociales que no podían disfrutarlo.
Y, aunque estaba prohibido, era tolerado. Durante Dàoguāng, los magistrados del gobierno fueron los más visibles patrones de casas de opio y otros establecimientos que lo dispensaban. Algunos compartían el beneficio de los dueños, otros protegían a estos últimos, y algunos otros hacían redadas para quedarse ellos mismos con el opio incautado.
Poco a poco, el consumo fue permeando de la élite a la población urbana, y de ahí al resto de la población.
El cultivo local
Por otra parte, el cultivo local de opio había comenzado alrededor de 1800. Al principio, este opio no podía competir con el extranjero —preferido por las clases altas como símbolo de estatus, y muestra de la fiebre del yánghuò—, y sólo suplía el exceso de demanda que éste no llegaba a satisfacer.
A menudo, el opio local se intentaba vender como extranjero para sacar mayor beneficio. El producido en el suroeste de China, incluso se pasaba por tierra a Birmania y otros países del sureste asiático, desde donde se embarcaba a los puertos marítimos de la costa china para ser vendido como opio extranjero, lo que sirve de prueba del valor que éste podía alcanzar.
El procedimiento de fumar e instrumentos
Fumar opio era un proceso algo complejo, que requería de un alto grado de habilidad y práctica para no echar a perder la experiencia. Antes de describir el procedimiento, es necesario mencionar los instrumentos más esenciales para llevarlo a cabo.
Utensilios
Los instrumentos imprescindibles para fumar opio consistían en una lámpara que proporcionaba la llama, una larga aguja para recoger la pasta de opio, una pipa y un cuenco que se insertaba en la pipa y donde se colocaba el opio. Otros objetos opcionales podían ser un rascador para limpiar los residuos de la pipa y el cuenco, una tijera para recortar la mecha de la lámpara y algún elemento para acomodarse, como una almohada de porcelana.
Las lámparas de opio (yāndēng 煙燈) eran un tipo de lámparas de aceite diseñadas específicamente para fumar la droga, proporcionando la cantidad de calor exacta para vaporizar la sustancia sin quemarla. Algunas lámparas estaban hechas de bronce, plata o paktong (báitóng 白銅; alpaca) con diseños artísticos, y otras estaban hechas de vidrio.
Lámpara de opio.
La pipa de opio (yānqiāng 煙槍) era un vástago hueco con una boquilla en un extremo, por donde se inhalaba, y sellado en el extremo opuesto. En su cuerpo, aproximadamente a un tercio del extremo cerrado, se ensamblaba un cuenco o cazoleta donde se colocaba el opio. Las pipas más comunes eran de bambú, que podían estar adornadas con piedras o metales preciosos, y también las había de plata.
Pipas de opio.
El cuenco de opio (yāndòuzǐ 煙鬥子) era en realidad una cazoleta cerrada o, a veces, una esfera, con un cuello que se insertaba en la pipa y un agujero en la parte opuesta, donde se introducía el opio; generalmente era de cerámica y estaba adornado con diferentes motivos y formas.
Cuencos de opio.
La aguja (yānqiān 煙簽) servía para recoger el opio y sostenerlo sobre la llama para calentarlo antes de insertarlo en el cuenco.
Las almohadas (zhěntou 枕頭) de porcelana eran populares en China al menos desde la dinastía Táng. Permitían descansar el cuello sin desordenar los cuidados peinados que se llevaban en la antigüedad. Se trataba de un objeto cotidiano y no específicamente relacionado con el opio, pero como la droga se consumía mejor recostado para poder mantener la pipa sobre la lámpara, era habitual disponer de una de estas almohadas durante el consumo.
Almohada de cerámica.
Todos estos objetos, además de ser utilitarios, eran obras de artesanía de alto valor, que la gente codiciaba y coleccionaba, y eran símbolo de estatus en sí mismos.
El procedimiento
El procedimiento de fumar opio era, generalmente, como se describe a continuación.
Primero, se encendía la lámpara y, recogiendo una pequeña bola de opio, del tamaño de un guisante, se calentaba hasta que burbujeaba (proceso conocido como zhǔgāo 煮膏: “cocinar la pasta”). La masa caliente se estiraba en varias tiras para cocinarse mejor. Este proceso era repetido varias veces.
Luego, con el extremo de la aguja, la pasta se recogía (tiāogāo 挑膏) y enrollaba nuevamente en forma de bola, colocándola en el “ojo” o agujero del cuenco de la pipa, que había sido calentado previamente para recibir la pasta. Entonces, la pipa se debía sujetar a un cierto ángulo sobre la llama hasta que se evaporaba; razón por la que este proceso solía hacerse en posición recostada.
Extremo sellado de una pipa de opio. A un tercio, aproximadamente,
se encuentra el cuenco o cazoleta donde se coloca el opio.
La calidad de la mezcla para fumar dependía de —además de la calidad del opio— la experiencia y habilidad de la persona que la preparaba. Incluso el opio mediocre podía convertirse en una excelente mezcla para fumar, cuando se preparaba adecuadamente.
Todo este proceso era en extremo delicado. Si la pasta se sobrecalentaba o, por el contrario, no se calentaba lo suficiente, era imposible de recoger con la aguja. Esta recolección, a su vez, requería de gran habilidad y cuidado, y el agujero del cuenco donde se insertaba el opio debía de tener la temperatura adecuada. Si el cuenco no se calentaba bastante, la pasta se endurecía y se pegaba a la apertura y, si el cuenco se calentaba en exceso, se derretía en un jugo y no podía vaporizarse.
La complejidad de este ritual contrasta con la simpleza del consumo de opio ingerido en Europa en la misma época. El proceso entero era un arte, similar al de la preparación del té y, dada su delicadeza, a menudo eran las mujeres las que se hacían cargo, pues eran capaces de hacerlo con elegancia además de eficacia. Por ello, prostitutas y sirvientas hallaron un modo de vida en el opio, y a menudo las primeras utilizaban la droga como reclamo para atraer clientela.
Lugares de consumo. Las casas de opio entre las clases altas
Las casas de opio, en el imaginario popular, son lugares oscuros y asfixiantes, frecuentados por adictos escuálidos y en el que éstos languidecen fumando la droga. Pero, lejos de esta imagen, las casas de opio eran lugares respetables donde la población masculina sociabilizaba compartiendo pequeñas cantidades de opio junto con té, dulces, fruta o comidas más elaboradas —las mujeres, generalmente, fumaban en casa—. A muchos observadores occidentales de la época les recordaron las tabernas londinenses donde la gente acudía a charlar tranquilamente y relajarse después de su trabajo.
De esta forma, el opio raramente se consumía solo, sino que se consideraba la parte yīn 陰 de una ingesta equilibrada, que se compensaba con otra parte yáng 陽 en forma de comida, té y tónicos herbales.
Ya hemos visto que, hacia finales de la dinastía Míng, el opio estaba adquiriendo importancia como “medina para la alcoba” (fángyào 房藥). En este contexto, su consumo se extendió también en el ámbito de la prostitución. Cuando pensamos en la prostitución en China, es importante entender que las mujeres no sólo prestaban sus servicios sexuales, sino que sus funciones se extendían al entretenimiento masculino: cantar, bailar, tocar música o preparar el té y, ahora también, preparar opio.
Hombre y mujer manchú, fumando. El hombre está fumando una pipa de opio,
que mantiene sobre la lámpara. La mujer fuma una pipa de tabaco.
En la región de Jiāngnán 江南, en el río Qínhuái 秦淮, existían botes llamados huàfǎng 畫舫 donde los hombres adinerados acudían a recrearse en la compañía femenina. Estos botes comenzaron a conocerse ahora como yāntǐng 煙艇 (“botes de humo”), pues ofrecían pipas, primero de tabaco y luego de opio, que atraían a ricos y letrados. Este modelo de industria se extendió también a Cantón.
En las óperas de Běijīng 北京, donde los literatos a menudo se acostaban con jóvenes actores femeninos1, el opio también halló un nicho. Todo esto era algo lujoso y no suponía, ni mucho menos, un estigma social para el consumidor.
Siguiente artículo: Historia del Opio en China (III): El Opio de las Masas (s. XIX)
Notas:
- Durante esta época, las mujeres tenían prohibido salir a escena; por tanto, eran los varones los que representaban todos los papeles de las óperas chinas, los masculinos y los femeninos. Los papeles femeninos eran a menudo representados por jóvenes efebos que entrenaban su voz para cantar con tonos agudos como una mujer.
Fuentes:
Narcotic Culture: A History of Drugs in China, Frank Dikötter, Lars Peter Laamann y Zhou Xun. The University of Chicago Press, 2004.
The Social Life of Opium in China, Zheng Yangwen. Cambridge University Press, 2012
El Crepúsculo Imperial: La guerra del Opio y el fin de la última edad de oro china, Stephen R. Platt. Ático de los Libros, 2024
Historia de China, Patricia Buckley Ebrey. La Esfera de los Libros, 2009.