Este artículo es continuación de Historia del Té y su Cultura (I): Primeros Usos del Té.
Cultura del té en la dinastía Táng
La dinastía Táng 唐 (618-907) fue la época de mayor difusión del consumo de té dentro de China, y en ella se produjeron grandes cambios que definieron no sólo la forma de consumirlo, que continuaría cambiando con el tiempo, sino también la forma de pensar el té durante el resto de la historia de China.
Ciertos cambios económicos hicieron posible estos procesos. La economía de subsistencia, en la que las familias producían para su propio consumo, dio paso a la agricultura comercial, permitiendo a los productores la venta de su producto en un mercado abierto, y la difusión de ciertos productos lejos de su origen.
Una economía más próspera propició que mayor número de personas dispusiera de dinero para comprar esta hierba exótica; asimismo, la unidad del territorio y la mejora de las infraestructuras y vías de comunicación facilitaron el transporte de té hacia el norte.
A mediados del siglo VIII, el té se bebía ya por gente de todos los estratos sociales, si bien dentro de la alta sociedad se desarrolló un alto grado de refinamiento y de conocimiento especializado que se convirtió en una marca de estatus social. El mercado del té se extendió desde los tipos de té comunes para consumo masivo hasta algunos productos de alta calidad cuyo mercado era una clientela de lujo.
Fue por este momento cuando apareció la palabra chá 茶, término que sigue vigente a día de hoy para designar inequívocamente la planta de camellia sinensis, y que deriva del viejo carácter tú 荼. Otros nombres de la planta siguieron en uso, como míng 茗, utilizado para referirse al té en materia médica, y que perduró incluso después de que chá se convirtiera en el término estándar.
Por otra parte, ya a mediados de Táng tenemos constancia de la existencia de casas de té, espacios dedicados especialmente a esta bebida, lo que da cuenta de su difusión entre la población general.
En lo referente al cultivo, los agricultores adaptaron la planta mediante hibridación a climas más fríos en el norte, y comenzó una época de investigación y experimentación con la planta que dio lugar a la aparición de nuevas variedades.
Lù Yǔ
La figura más importante de este período en relación al té es sin duda Lù Yǔ 陸羽, un estudioso que dedicó gran parte de su vida a la investigación sobre esta planta, y autor del primer y más importante tratado referente a ella: el Chá Jīng 茶經 o Clásico del Té (ya hemos hablado de Lù Yǔ en otras ocasiones así que no nos extenderemos aquí sobre él y remitimos al lector a nuestros artículos anteriores: Vida de Lù Yǔ; el Chá Jīng).
Desde hacía varios siglos, la corte imperial necesitaba de una serie de productos de lujo que no eran obtenibles en el mercado abierto, y de cuya producción debían hacerse cargo. Durante Táng, la obtención de estos artículos había evolucionado a un complejo sistema de tributos (gòngxiàn 貢獻), mediante el cual se procuraban artículos especiales como medicinas, alimentos, tejidos, animales, artesanías, etc.
Bajo el sistema de tributos, cada región proveía a la corte imperial de las especialidades locales. A veces, los funcionarios gubernamentales adquirían productos en los mercados que enviaban a la corte, pero a menudo supervisaban la producción de manera directa para garantizar la mejor calidad del producto en cuestión. El té, como producto de lujo consumido por los emperadores y la familia real, se introdujo también en el sistema de tributos, dando lugar a lo que se conoció como “té de tributo” (góngchá 貢茶).
El Estado necesitaba enormes cantidades de este producto de la mejor calidad, que el mercado abierto no podía proveer con calidad uniforme. Por tanto, los mejores tés pasaron a convertirse en monopolio del Estado, y se establecieron puestos oficiales para supervisar el cultivo y procesado de té de tributo.
Los funcionarios del gobierno comenzaron así a supervisar la producción en plantaciones que producían, a veces exclusivamente, té para la corte imperial. La primera de estas factorías de té de tributo se estableció en la provincia de Zhèjiāng 浙江 en el año 770.
A finales del siglo IX, el té había pasado de ser una especialidad regional del sur de China a un componente esencial de la vida diaria y de la economía del imperio.
El té como regalo
El té de tributo se convirtió en un regalo estándar del emperador a sus súbditos favoritos y, por tanto, en un instrumento para fortalecer lazos tanto sociales como políticos. Tal era el valor del té que, implícitamente, se esperaba que el receptor del regalo correspondiera con su lealtad al monarca.
Este sistema de regalos existía ya desde la antigüedad, en que servía para establecer alianzas en tiempos en que no había instituciones fuertes. Sin embargo, y a pesar de la evolución de las instituciones de gobierno, la costumbre de otorgar regalos permaneció en el tiempo, como muestra del factor emocional en las relaciones de poder.
El té de tributo regalado por el emperador (cìchá 賜茶) a uno de sus súbditos representaba el favor imperial, e incrementaba notablemente el prestigio del receptor a la vez que ensalzaba la imagen pública del soberano haciéndolo aparecer generoso ante sus súbditos. Debido al papel del té como bebida socializante, existían numerosas ocasiones de mostrar el regalo recibido del emperador.
Asimismo, el té era considerado un regalo ideal para otros monarcas extranjeros. Esto no sólo ensalzaba al recibidor como símbolo de aprecio del emperador Táng, sino que además expandía la esfera de influencia cultural china, atrayendo a las élites extranjeras hacia su propia cultura. Esta costumbre de regalar té a los gobernantes de naciones extranjeras continuó durante siglos, hasta tal punto que durante la dinastía Míng 明 (1368-1644), en que estos regalos se otorgaron a autoridades religiosas tibetanas, se hablaba de “usar el té para controlar a los bárbaros” (yǐ chá yù fān 以茶馭番).
Pero además de este té de tributo, el té de calidad también se convirtió en un regalo estándar entre personas pertenecientes a otros estratos sociales, y se hizo frecuente intercambiar regalos de té entre amigos. El regalo elevaba socialmente al donante demostrando su buen gusto.
A la par que estos cambios económicos, otros cambios filosóficos tuvieron lugar. Empezó a desarrollarse en torno al té un imaginario y una filosofía muy elevada, hasta el punto de imaginar el té como un camino espiritual (Dào 道).
La primera mención registrada este Camino del Té (Chádào 茶道) aparece en un poema del monje y poeta Jiǎorán 皎然, amigo de Lù Yǔ y una de las figuras más influyentes de su época, y quizás acuñase él mismo dicho término. Esta asociación del té con un camino espiritual implicaba que esta bebida poseía cualidades moral y espiritualmente elevadas, y por tanto su consumo no era ya una acción cotidiana sino algo mucho más significativo y profundo.
Jiǎorán 皎然 parece haber sido el primero en asociar un camino espiritual (Dào 道) al té.
Jiǎorán y Lù Yǔ inauguraron una época de exploración de la dimensión moral del té. El té gozó asimismo del patronazgo de las instituciones budistas, cuyos monasterios, ubicados a menudo en regiones montañosas apartadas, donde crecía el té de manera natural, estaban a menudo encargados del cultivo y procesado de esta planta.
Además de sus cualidades medicinales, el té favorecía la meditación, al mantener la mente despierta y proporcionar una sensación de calma, lo que lo convertía en la bebida preferida por los monjes, quienes además tenían prohibida la ingesta de alcohol.
Hasta la dinastía Táng, las bebidas alcohólicas como el vino y otros licores (jiǔ 酒) habían sido las bebidas socializantes por excelencia, jugando además un papel fundamental en el ritual, garante del orden de la sociedad china.
Pero el té no sólo entró en competición directa con las bebidas alcohólicas en la sociedad china, sino también entre los pueblos nómadas del norte, que consumían bebidas de leche fermentada como el kumis. Y además de competir con el alcohol, el té tuvo que hacerse hueco en el mercado entre otros productos medicinales y tónicos como el ginseng y el astrágalo.
Los pueblos nómadas de las estepas de Mongolia y Asia Central consumen una bebida alcohólica llamada kumis, hecha de leche fermentada.
Las instituciones budistas modificaron su discurso pasando de una exposición de los efectos negativos del vino a una exaltación de las cualidades del té. Progresivamente, hubo un cambio cultural en la sociedad del alcohol hacia el té, que asumió también parte de la función ritual que hasta entonces cargaba el vino. El té se podía ahora usar como ofrenda funeraria, podía nutrir a los muertos y ser ofrecido para saciar la sed de los peregrinos. Y además, a diferencia del vino, podía ofrecerse a los budas.
Un texto satírico del siglo IX, el Chá Jiǔ Lùn 茶酒論 (Discurso del Té y el Vino), encontrado en Dūnhuáng 敦煌, da idea de esta situación. Remitimos al lector a nuestro artículo sobre este texto para más información al respecto (El 'Chá Jiǔ Lùn', Un Debate Entre el Té y el Vino).
El té en el ritual
Desde la dinastía Shāng 商, el alcohol había jugado un papel esencial en los ritos oficiales del Estado, que pretendían establecer una conexión entre el emperador y lo sobrenatural, y finalmente definiendo al emperador como Hijo del Cielo (Tiānzǐ 天子).
Durante la dinastía Táng, el desplazamiento del alcohol en favor del té se hizo patente también en los rituales del Estado. Si hasta entonces el té se había considerado una bebida humilde, su utilización en estos ritos en lugar del vino elevó sustancialmente su estatus, convirtiéndolo en un instrumento valioso para santificar el poder político.
No obstante, el uso ritual o sacrificial del té pudo haber aparecido primero a nivel doméstico, como ofrenda a los antepasados del linaje familiar, y de ahí haberse trasladado al ámbito del Estado.
Además de ser consumido como estimulante por parte de monjes budistas, y como planta medicinal, el té pronto comenzó a beberse por mero placer. Lù Yǔ fue una de las figuras más influyentes en este cambio. En el Chá Jīng, Lù Yǔ considera los preparados medicinales con otros ingredientes como asquerosos, y propugna un preparado del té sin más ingredientes que una pizca de sal.
La forma predominante de preparar el té en Táng era conocida jiānchá 煎茶, que consistía en una sopa de té a la que se añadían condimentos como cebollino, jengibre, cáscara de naranja y sal. Lù Yǔ también usaba este método, hirviéndolo con una rica espuma por encima, pero suprimió el resto de ingredientes.
No obstante, el jiānchá no era la única manera de preparar el té. La gente más humilde simplemente añadía las hojas al agua caliente, de forma similar a como se consume el té en la actualidad. También parece que un prototipo de diǎnchá 點茶 (“té batido”) ya se preparaba, aunque no alcanzaría su forma final hasta la dinastía Sòng 宋.
La preparación y el consumo de té reestructuró la vida social en China. Las reuniones de grupos para beber té fuera de casa se hicieron más frecuentes hasta convertirse en un hábito social.
Aunque el consumo de té podía ser informal, las reuniones entre hombres de diferentes estatus sociales estaban altamente ritualizadas y requerían de una cierta etiqueta. Los monasterios budistas fueron los primeros en codificar esta etiqueta en los mismos textos en que se prescribía el comportamiento monástico. Estos códigos de etiqueta son el preludio de las ceremonias de té (chálǐ 茶禮) que aparecerían descritas posteriormente en los códigos monásticos de la dinastía Sòng.
La corte imperial bebía té de una manera solemne y ritualizada. Se utilizaban fastuosas vajillas de metales preciosos elaboradas por los mejores artesanos, y los sirvientes preparaban el té de forma ritual y laboriosa.
La gente común bebía de manera más humilde. Lù Yǔ renegaba de la fastuosidad y promovía una forma más sencilla y modesta de preparar el té. Aunque no alteró la mecánica o el proceso de preparación del té, sí que propuso una nueva actitud mental hacia ésta, tornando la preparación y consumo de té en una práctica de cultivo interno, actitud que también adoptaron otros personajes de su círculo más cercano, como el monje Jiǎorán.
Los literatos y poetas contribuyeron notablemente a imbuir el té de un nuevo significado fuera de la cotidianeidad. El té se presentaba como mediador entre el mundo humano y lo sobrenatural, y como poseedor de altos valores. La literatura sobre el té producida durante Táng asociaba a éste la inspiración para componer poesía y la claridad mental necesaria para meditar. Budismo y té pronto se ligaron en la imaginación popular, y el té y el Chán 禪 (Zen) llegaron a ser casi sinónimos, como muestra el famoso dicho chá Chán yīwèi 茶禪一味 (“el té y el Chán tienen un solo sabor”), atribuida al maestro Chán Zhàozhōu Cōngshěn 趙州從諗.
Chá Chán yīwèi 茶禪一味 (“el té y el Chán tienen un solo sabor”)
La poesía era la forma de expresión cultural más prestigiosa y mejor considerada durante Táng, y por ello llegó a influir notablemente en la actitud de la población hacia el té. Los poetas introdujeron esta bebida como tópico literario, y cuando los literatos intercambiaban regalos de té, acostumbraban a escribirse poemas mutuamente como agradecimiento. Aun así, la poesía dedicada el té sólo constituye un género menor de toda la poesía producida en Táng.
La vajilla
Hasta entonces, mientras el té había sido un preparado medicinal y un comestible más, la gente lo preparaba en la misma vajilla utilizada para hacer sopas y comidas. A medida que el té se fue convirtiendo en una forma de expresión estética y del buen gusto, la vajilla utilizada en su preparación fue cambiando, reflejando no sólo la practicidad sino también la estética.
Muchos de los nuevos diseños aparecieron como respuesta a los problemas que suponía la preparación del té, como la necesidad de los sirvientes de transportar recipientes calientes del fuego a la mesa.
En la corte imperial se preferían las piezas forjadas en oro o plata. No obstante, la mayoría de consumidores usaban cerámica de diferentes estilos, como la cerámica Yuè (越窯 Yuè yáo) de celadón, la cerámica Tóngguān de Chángshā (長沙銅官窯遺址 Chángshā Tóngguānyáo Yízhǐ) o la porcelana Dìng (定瓷 Dìngcí).
Cerámica Tóngguān de Chángshā:
Caracterizada por su esmalte de color verde grisáceo, la cerámica Tóngguān producía todo tipo de mercancías, desde figuras hasta objetos utilitarios como cuencos, jarras y otras vajillas. Los objetos se decoraban con pinturas de figuras, motivos naturales o caligrafía, antes de aplicar el esmalte, lo que en su tiempo fue una innovación ya que conseguía proteger esta decoración de forma que no se deteriorase con el uso.
Este estilo de cerámica tuvo su auge hacia finales de Táng y decayó poco desupés.
Jarra de cerámica Tóngguān de Chángshā (長沙銅官窯遺址 Chángshā Tóngguānyáo Yízhǐ).
Porcelana Dìng:
Producida en Dìngzhōu 定州 en Héběi 河北, se caracterizaba por objetos generalmente de un color blanco o grisáceo con un esmalte casi transparente, y decorados habitualmente con relieves. Esta cerámica siguió produciéndose hasta la dinastía Yuán 元.
Porcelana Dìng (定瓷 Dìngcí).
Continuará...
En el próximo artículo trataremos de la cultura de té durante Sòng, la época de mayor sofisticación y refinamiento en lo que a esta bebida se refiere.