Ya hemos hablado en otro artículo de la Balada de Mùlán 木蘭辭, que cuenta la historia, posiblemente ficticia, de una mujer que fue a la guerra para sustituir a su anciano padre cuando éste fue llamado a filas. En la literatura china, la mujer guerrera representa las virtudes confucianas de piedad filial y lealtad al emperador y a la nación. Conservando la vida de estas mujeres, reales o ficticias, dentro de la moral confuciana, los autores consiguieron reconciliar al lector masculino con la heroína femenina.
El registro más antiguo de una mujer guerrera en la historia de China es el de Fù Hǎo 妇好, que vivió en el s. XIII a.C. Se trata de una de las esposas del emperador Wǔ Dīng 武丁 de la dinastía Shāng 商, que sirvió como general en el ejército. Su tumba fue descubierta en Ānyáng 安阳 en la provincia de Hénán 河南, y entre los bienes enterrados con ella se encontró equipamiento militar con su nombre grabado.
Con el confucianismo, la mujer fue relegada a la esfera privada.
Sin embargo, con el establecimiento del confucianismo como ideología estatal durante la dinastía Hàn 漢, los roles de género fueron redefinidos drásticamente y la mujer fue relegada a la esfera privada para dedicarse en exclusiva al cuidado de los niños y ancianos de la familia. Por otra parte, la percepción que se tenía de la clase militar también cambió, rebajándose su prestigio y estatus por debajo de aquel de la clase civil. Por todo ello, la participación de la mujer en asuntos militares decayó considerablemente.
Estatua que representa a Fù Hǎo 妇好.
La mujer guerrera reaparece tras la caída de los Hàn como guardián de la moral confuciana y, de los personajes femeninos producidos por la literatura posterior como guerreros, todos tienen en común el hecho de abanderar las virtudes y la moral del confucianismo.
Durante la dinastía Jìn 晉朝, los recuentos históricos más notables son de mujeres cuya participación en la guerra es indirecta, actuando como apoyo de otras figuras masculinas. Es el caso de la Señora Han, madre de un general del ejército, que durante la defensa de Xiāngyáng 襄阳 en Húběi 湖北 lideró un grupo de mujeres para reconstruir una zona dañada de la muralla por donde atacaban las tropas enemigas.
Las mujeres que participaron directamente en los conflictos bélicos provenían exclusivamente de las clases altas educadas. La Señora Xian (ca. 515-610) vivió durante el período de las Seis Dinastías 六朝, y fue una líder militar perteneciente a la etnia Lí 黎. Pasó a la historia por ser capaz de mantener a su pueblo fiel a tres dinastías de gobernantes: Liáng del Sur 南梁, Chén 陈朝 y Suí 隋朝. Su pueblo aceptó su liderazgo por proporcionar estabilidad en tiempos de caos, a través de la virtud y la rectitud. Jugó un papel importante en sofocar la rebelión de Hóu Jǐng 侯景 y llevar al poder a la nueva dinastía Chén, guiando a sus tropas a la ciudad de Gāozhōu 高州, disfrazados de porteadores, y tomando la ciudad desde dentro en el año 550.
En 567 un magistrado de Guǎngzhōu 廣州 se rebeló contra la dinastía Chén y tomó como rehén al hijo de la Señora Xian con la esperanza de que así sus fuerzas no se le opusieran. A pesar de todo, la Señora Xian puso sus ideales patriotas por encima de sus propios sentimientos y se preparó para combatir, ganando la batalla contra las fuerzas rebeldes y consiguiendo la liberación de su hijo.
Cuando la dinastía Suí tomó el poder, numerosos jefes militares de la región de Lǐngnán 岭南 se opusieron. La corte pidió entonces al depuesto emperador Chén que escribiera una carta a la señora Xian solicitando su apoyo para poner fin a la resistencia armada en la región. La Señora Xian, entonces ya mayor de setenta años y considerada por los suyos como “Madre Sabia”, aceptó ayudar mediante la diplomacia, consolidando el poder de los Suí sobre la región.
Su continuo apoyo a la dinastía Suí le valió la concesión por parte del emperador Wén Dì 文帝 del estatus y sello de general imperial, con autoridad para movilizar tropas en la región para proteger los intereses de la dinastía.
La Señora Xian actuó siempre movida por sus ideales de unidad nacional, acordes a la ideología confuciana, y por su sueño de que todas las nacionalidades pudieran vivir juntas en armonía dentro del imperio. A su muerte, se construyeron templos en su memoria en las provincias de Guǎngdōng 廣東 y Guǎngxī 廣西.
Otro ejemplo de mujer guerrera en la historia real de China es el de la Princesa Píngyáng 平阳公主 de Táng 唐朝. Hija del primer emperador Táng, Lǐ Yuān 李淵 (conocido posteriormente con el nombre de Gāozǔ 唐高祖), jugó un papel clave en el derrocamiento de la dinastía Suí y la captura de Cháng'ān 長安. Durante la guerra, prohibió a sus tropas el saqueo de pueblos y ciudades y las violaciones a mujeres; y durante una hambruna, puso los graneros de su familia a disposición del pueblo. Esto le ganó el apoyo del campesinado y ayudó a consolidar entre el pueblo la idea de la superioridad moral de los Táng sobre los Sui.
Durante la dinastía Táng, las mujeres guerreras que produjo la literatura china son depositarias de los mismos valores que sostuvo la Princesa Píngyáng: compasión, rectitud y piedad filial.
Tras la dinastía Song, las mujeres guerreras ya no aparecen como heoínas sino como bárbaras.
En la dinastía Sòng 宋朝 (960-1279) las cosas volvieron a cambiar para las mujeres. Su participación en la vida pública se redujo todavía más, y los valores confucianos que sostenían no eran suficiente motivo para justificar su participación en los asuntos militares. Durante esta época la mujer tenía que amoldarse a un nuevo canon de belleza, cuya representación más visible fue la aparición de la costumbre de vendarse los pies.
Esta costumbre está relacionada, primero, por el gusto masculino de la época por la mujer débil y dominada, recluida en casa como propiedad sexual; y segundo, por la necesidad de mantener a la mujer dedicada al trabajo manual. Una mujer que no se vendaba los pies era considerada indecente y no tenía posibilidades de casarse, quedando condenada así a una vida de duro trabajo y penuria. Posiblemente fue esta necesidad de vendarse los pies para poder casarse la que llevó a las mujeres a soportar este abuso.
En la literatura posterior, las mujeres guerreras ya no aparecen como heroínas sino como bárbaras, y sólo se redimen de esta condición por su domesticación y sumisión al hombre del que se enamoran.
En general, en toda la literatura china que nos habla de mujeres guerreras, éstas representan los valores confucianos, incluso aquellas que, indómitas, conservan su individualidad. Es por ello que podemos ver en Mùlán el reflejo de una cultura patriarcal en la que la mujer sólo se realiza como individuo por su rol de hija, madre y/o esposa. Mùlán es una heroína porque actúa como hija ejemplar; aunque toma la espada, lo hace por su deber de cuidar de su padre y por lealtad a la nación.
Fuentes:
Peterson, Barbara B. Notable Women of China: Shang Dynasty to Early Twentieth Century. New York: ME Sharpe, 2000.
Carrier, Lindsey K. The Tradition of Mulan: Women in Chinese Warfare. 2009.
2 comentarios en «Tras la estela de Mùlán: La Mujer Guerrera en la Historia y Literatura Chinas»
Hola, me ha encantado el artículo. Soy una estudiante de Lenguas modernas y sus literaturas (italiano y chino) en la universidad Complutense de Madrid. Este año una de mis asignaturas es ‘Pensamiento chino» y tengo que presentar un trabajo voluntario sobre un tema que a mi me interese y tengo dos temas a elegir: el ideal de belleza china y las mujeres guerreras en China Es por esto que me he topado con este artículo y me preguntaba si podríais pasarme algún libro o fuente fiable de información acerca de estos temas.
谢谢你!
Hola, gracias por su comentario y perdón por el retraso en contestar.
Lamento no poder aportar nada más, aparte de las fuentes que hemos citado en el artículo. El artículo The Tradition of Mulan: Women in Chinese Warfare, de Carrier, Lindsey K. está disponible online en pdf en el siguiente enlace
https://www.researchgate.net/publication/282158267_The_Tradition_of_Mulan_Women_in_Chinese_Warfare
Puede resultarle interesante consultar la bibliografía que se cita al final de dicho pdf, espero que pueda encontrar algo de su interés.
¡Un saludo!