El Origen de las Artes Marciales Internas

Introducción:

A día de hoy, las artes marciales chinas suelen dividirse entre estilos externos (外家 wàijiā) y estilos internos (內家 nèijiā), una clasificación que alude al grado de expresión de la energía interna (qì 氣) en contraposición con la fuerza muscular.

En realidad, han sido los estilos que se autodenominan internos los que han hecho esta definición de sí mismos en contraposición con otros estilos a los que califican de externos. No obstante, esta división no es compartida por todos los practicantes y, si contemplamos cómo se originaron estos conceptos, podemos percatarnos de que la clasificación tiene poca base práctica.

 

El epitafio a Wang Zhengnan:

La primera mención escrita existente de esta distinción de estilos internos y externos proviene del epitafio a Wáng Zhēngnán 王征南 (王征南墓志銘 Wáng Zhēngnán mùzhìmíng), un maestro de artes marciales que vivió entre 1617 y 1669. Este epitafio fue escrito en 1669 por Huáng Zōngxī 黄宗羲, cuyo hijo fue alumno de Wáng.

En dicho texto, Huáng califica las artes marciales de Shàolín 少林 como “externas”, diciendo que sus movimientos son ofensivos y crean oportunidades fáciles de explotar para el oponente, y habla de una escuela “interna” que vence al movimiento con la quietud, repeliendo al atacante fácilmente y sin esfuerzo.

En el epitafio, Huáng atribuye la creación de esta escuela a Zhāng Sānfēng 張三丰, un alquimista taoísta de las montañas de Wǔdāng 武當, que él sitúa en la dinastía Sòng 宋, y al cual el dios guerrero Zhēnwǔ 真武 le habría transmitido el arte de la lucha en un sueño.

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Representación de Zhāng Sānfēng 張三丰.

El hijo de Zōngxī, Huáng Bǎijiā 黃柏嘉 , que, como hemos dicho, estudió con Wáng, también dejó un recuento de los orígenes de las artes marciales de su mentor. En él, atribuye también el origen de la escuela interna a Zhāng Sānfēng, del que dice que dominó las artes de Shàolín e invirtió sus principios para crear la Escuela Interna. Además, asegura que simplemente aprender los rudimentos de este arte es suficiente para superar a Shàolín1.

Se configura así, por parte de estos dos autores, la división Shàolín-budista-externo versus Wǔdāng-taoísta-interno, que constituye un nuevo paradigma dicotómico del que no existe constancia hasta ese momento, pero que se establecería en la imaginación popular entre los círculos de artes marciales.

Aunque es posible que estos autores estuvieran registrando por primera vez una distinción ya existente, es más probable que sus escritos pretendiesen atribuir un origen legendario a una nueva manera de entender las artes marciales. Pero quizá había algo más en todo esto. Para entenderlo, debemos examinar el contexto histórico.

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Templos de Wǔdāng 武當.

 

Un poco de contexto histórico:

En el año 1644 caía la dinastía Míng 明 y se establecía la nueva dinastía Qīng 清, de origen manchú y, por ende, extranjero. Aunque esta dinastía no generó tanto sentimiento antimanchú como los discursos nacionalistas de finales del s. XIX y principios del XX han querido hacernos creer2, sí que es cierto que algunos oficiales y eruditos mantuvieron su lealtad a los Míng y se negaron a servir al nuevo gobierno.

El budismo, a pesar de haberse establecido en China proveniente de la India hacía ya más de mil años, seguía siendo considerado una religión extranjera. Ante la represión y el control que, para evitar rebeliones,  ejerció el nuevo gobierno manchú sobre la población, ocurrió que todo lo extranjero, incluido el budismo, comenzó a asociarse a los manchúes en la imaginación popular. En cambio, el taoísmo, una religión nativa y auténticamente china, se presentó como la contraparte natural al budismo extranjero3.

Pero volvamos a Huáng Zōngxī, autor del epitafio a Wáng Zhēngnán. Huáng había servido a la depuesta dinastía Míng y, tras la caída de ésta, continuó la lucha con algunos grupos de resistencia, hasta que, en 1649, dejó las armas y se retiró para llevar una vida de estudio, negándose a servir a los manchúes.

El historiador de las artes marciales Meir Shahar considera que el relato de los Huáng, erigiendo a Zhāng Sānfēng en fundador de la escuela interna, es una declaración política. Tanto Zhāng Sānfēng como Wǔdāng guardan una estrecha relación con la dinastía Míng, ya que los monasterios de Wǔdāng actuaban como santuarios de la familia real, los sacerdotes taoístas rezaban allí por la longevidad de la dinastía, y los milagros de Zhāng Sānfēng estaban, en la imaginería popular, ligados a la gloria de la dinastía. Shahar también coincide con Douglas Wile en que los Huáng intentaban expresar de manera simbólica su rechazo a la agresión extranjera de los manchúes4.

Es importante destacar que, en los escritos de los Huáng, no se explica claramente qué era la escuela interna ni en qué se diferenciaba de las artes marciales practicadas en Shàolín.

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Lǔ Shènglì 魯勝利 (que escribe en la actualidad), cuando habla en su libro Combat Techniques of Taiji, Xingyi, and Bagua: Principles and Practices of Internal Martial Arts sobre las diferencias entre las escuelas interna y externa, la primera que menciona es que la escuela externa es budista y interna taoísta, lo cual no habla de su práctica marcial. Luego sí que se refiere a los principios, y dice que el objetivo de la escuela externa es incrementar las habilidades naturales, y el de la interna es cambiarlas o modificarlas; pero más tarde reconoce que en altos niveles, la escuela externa también busca “cambiar”, y que ambas prácticas se solapan e interrelacionan, y concluye que la diferencia es que ambos eligen métodos de entrenamiento diferentes para lograr el mismo fin. También nos advierte que es un error pensar que los practicantes de wàijiā sólo practican habilidades externas y los de nèijiā sólo internas5.

Vemos pues que la diferencia, en términos de práctica, es poco clara, aún a día de hoy, y si viéramos en combate a dos practicantes de ambas escuelas, sería como mínimo muy difícil diferenciarlos, ya que el poder “interno” sólo se manifiesta de manera externa.

Pero, volviendo a los orígenes de estos conceptos, para los lealistas Míng no budistas, Shàolín y el budismo se convirtieron en equivalentes de lo extranjero y, por extensión, del régimen manchú (a pesar de que, para los gobernantes Qīng, Shàolín fue un lugar sospechoso de albergar rebeldes leales a Míng). En cambio, el poder de China era interno y oculto, pero superior. De esta manera, el recuento del origen de las artes marciales internas se configura como un discurso sobre identidad y lealtades políticas, más que en una descripción de la propia práctica marcial6.

 

Consecuencias de este paradigma:

Este recuento ficticio del origen de la escuela interna fue ganando credibilidad con el paso del tiempo junto con la dicotomía que proponía, que era acorde a las ideas ya existentes en la tradición taoísta de que lo profundo y misterioso era superior a lo superficial y vulgar.

Muchos estilos que fueron surgiendo, como el Tàijíquán 太極拳, adoptaron este énfasis en la práctica interna. Sin embargo, los practicantes de las artes marciales de Shàolín no necesariamente aceptaron de buen grado el lugar que se les asignó como “escuela externa”.

 

Las artes marciales internas o estilos internos:

Los registros de la dinastía Qīng mencionan innumerables estilos de artes marciales y, a pesar de todo, podemos suponer que existían muchos más en todo lo largo y ancho de china; cientos o quizá miles. La mayoría de ellos han desaparecido hoy en día, o bien han sido asimilados o clasificados bajo el nombre de algunos de los estilos principales o más practicados.

Bajo la influencia del nuevo discurso sobre estilos internos, aparecieron algunos estilos nuevos como el Xíng Yì Quán 形意拳, el Tàijíquán o el Bāguà Zhǎng 八卦掌 que, a día de hoy, son muy practicados. La mayoría de estos estilos pueden datarse del s. XVIII, y sus afirmaciones de orígenes más antiguos no se sostienen.

Los estilos internos ganaron importancia a lo largo del s. XIX, simultáneamente al desarrollo de armamento moderno. Como apunta Peter Lorge, estos estilos eran apropiados para un mundo de guerra industrial, donde el artista marcial había dejado de ser un combatiente propiamente dicho con necesidad de defender su vida y propiedades de los bandidos, para convertirse en un trabajador urbano educado con necesidad de ejercicio suave7.

A pesar de estas circunstancias, estos estilos mantuvieron y mantienen, en la mayoría de los casos, su orientación marcial, si bien a día de hoy se está perdiendo cada día más.

Por otra parte, la visión de las artes marciales chinas se vio fuertemente influenciada por el contacto con Occidente. Las guerras del opio y las derrotas sufridas a manos de Occidente, de las cuales se culpó a los manchúes, dejaron un sabor amargo y una imagen dañada de China ante el resto del mundo. Estaba claro que China debía modernizarse si no quería ir a la zaga de Occidente, pero no estaba tan claro hasta qué punto esta modernización podría llevarse a cabo sin sufrir una “occidentalización”; es decir, hasta qué punto China debía asumir los valores y costumbres de Occidente en perjuicio de su propia cultura.

Toda esta incertidumbre y los sentimientos encontrados que se levantaron dejaron su huella en la visión de las artes marciales. La fuerza de los occidentales, tanto en los cuerpos físicos de los individuos como en la potencia militar de los estados, se vio como mera potencia “externa”, inferior a la fuerza “interna” de la nación china, que no obstante yacía soterrada y no era aparente.

En 1928, el gobierno de la República de China (中華民國 Zhōnghuá Mínguó) estableció la Academia Nacional de Artes Marciales (中央國術館 Zhōng yāng guóshù guǎn). Este organismo establecía dos escuelas de artes marciales dentro de su seno: Shàolín y Wǔdāng, confirmando así la dicotomía creada en el epitafio a Wáng Zhēngnán hacía ya tres siglos. Esta división dio lugar a hostilidades dentro de la propia academia, que llegaron incluso al enfrentamiento físico, por lo que poco tiempo después se modificó la estructura interna de la academia eliminando ambos departamentos.

Hasta el año 1949, la práctica de los estilos internos se mantuvo marcial, enseñándose las aplicaciones combativas de estas artes. Pero con la llegada al poder del partido comunista y el establecimiento de la República Popular (中華人民共和國 Zhōnghuá Rénmín Gònghéguó), los métodos de entrenamiento combativo se eliminaron, transformando estas prácticas en ejercicios gimnásticos y de autorrealización8.

Influencia del Yìjīnjīng:

El Yìjīnjīng 易筋經 (Clásico del Cambio Músculo/Tendón) es un texto que trata de una serie de principios de práctica “interna” que buscan transformar la forma en que el cuerpo funciona, con idea de prepararlo para transformar la mente y alcanzar la iluminación. Aunque se cree que se escribió a finales de la dinastía Míng (s. XVII), la copia existente más temprana de este texto data del s. XIX.

Este texto tuvo gran repercusión en las artes marciales, y se quiso incorporar a la práctica de todas las escuelas. Los sistemas internos integraron los principios de práctica del Yìjīnjīng. Shàolín también los incorporó, asociando su autoría, cómo no, a Bodhidharma (Dámó 達摩), y clamando así un linaje de práctica interna.

Los sistemas posteriores ya se desarrollaron incorporando plenamente los principios del Yìjīnjīng. El texto afirma que los músculos no han de trabajarse directamente sino mediante la acción del o energía interna, hasta que éstos adquieren la cualidad de asemejarse a los tendones.

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Bodhidharma, o Dámó 達摩.

Quizás la diferencia más notoria entre las escuelas interna y externa sea el énfasis en la energía interna que hace la primera, en vez de incidir en la estructura ósea y la alineación mecánica. Sin embargo, hoy en día ambas escuelas han incorporado ya esta terminología, este discurso sobre la energía interna, especialmente a través de la inclusión de ejercicios de Qìgōng 氣功 en sus sistemas de entrenamiento.

 

Conclusión:

Hemos visto, a través del estudio del epitafio a Wáng Zhēngnán y del contexto histórico y social que lo rodea, que la división entre escuelas interna y externa nace más de un discurso ideológico que de un análisis de la práctica marcial.

Siempre habrá quien se sienta incómodo con esta desmitificación de los hechos. No es nuestra intención desvalorizar nada. Al contrario, creemos que el examen histórico y la deconstrucción de los mitos fundacionales en las artes marciales no han de influir en el valor que poseen estas artes. El significado de las artes marciales, especialmente en el día de hoy en que éstas ya no son usadas en combate real, yace en el valor que le otorgue cada practicante, en función de lo que el arte en sí y su práctica le aporten.

Este valor puede variar, desde ser un mecanismo de defensa personal, una forma de ejercitar el cuerpo y mantener la salud, una forma de autorrealización o incluso un mero pasatiempo o una simple fuente de diversión. Y creemos que si esta valoración se hace en función de lo que el arte aporte al practicante, será, en efecto, independiente de cualquier narrativa ficticia o legendaria, por heroica que esta pueda ser.

 

 

Notas:

1. Este mito se difundió ampliamente con posterioridad, pero carece de base histórica. Sobre el mito de Zhāng Sānfēng hablaremos en otra ocasión.

2. Como ya hemos mostrado en otras ocasiones, la nueva dinastía no generó tal descontento en sus inicios, especialmente en el norte de China, donde la convivencia con nómadas era más común. Es cierto que en el sur de China, donde no había existido tanto contacto con los pueblos nómadas del norte, existía más hostilidad. No obstante el sentimiento antimanchú generalizado fue un producto del contexto histórico y social de finales de Qīng.

3. Chinese Martial Arts: From Antiquity to the Twenty-First Century, Peter Lorge. Cambridge University Press, 2012. p. 192.

4. The Shaolin Monastery: History, Religion, and the Chinese Martial Arts, Meir Shahar University of Hawaii Press, 2008. p. 177.

5. Combat Techniques of Taiji, Xingyi, and Bagua: Principles and Practices of Internal Martial Arts, Lu Shengli, Blue Snake Books, 2006. p. 9 y 11.

6. Chinese Martial Arts: From Antiquity to the Twenty-First Century, Peter Lorge. Cambridge University Press, 2012. p. 193-195.

7. Chinese Martial Arts: From Antiquity to the Twenty-First Century, Peter Lorge. Cambridge University Press, 2012. p. 206.

8. Breve Historia del Kung Fu, William Acevedo, Mei Cheung, Carlos Gutiérrez García. Ediciones Nowtilus, 2010. p. 86.

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