El cine hongkonés ha influido indudablemente en la actual visión occidental de las artes marciales chinas, una visión romántica en que el entrenamiento del Kung Fu es motivado por altos valores como la defensa personal, la salud y la autorrealización, y alejado del propósito de la mera violencia física. Pero, ¿es esta una visión ajustada a la realidad? ¿Ha existido en China una visión similar de las artes marciales antes de la época moderna?
Introducción:
Las artes marciales tuvieron su origen en el perfeccionamiento de los métodos de combate, o lo que es lo mismo, en la optimización de la aplicación de violencia física, con objeto de aniquilar al oponente y sobrevivir. Esto ha sido así a lo largo de la mayor parte de la historia de China, en que el objetivo principal de las artes marciales ha sido desarrollar eficacia en combate, bien por parte de las clases militares, o bien por parte de bandidos, fuerzas locales, etc.
Tras el desarrollo de armamento moderno en los siglos XIX y XX, que rindió obsoleto el combate cuerpo a cuerpo, ha habido un intento de revalorizar las artes marciales tradicionales buscando un nuevo significado; a saber, la salud, la autodefensa y el crecimiento interior, la búsqueda de un estado mental trascendente, y se ha asociado el Kung Fu con una vía para alcanzar la iluminación espiritual, especialmente mediante su asociación con Shàolín 少林. La atención a estos aspectos que van más allá de la efectividad marcial se incrementó notablemente en esta época moderna.
No obstante, y aunque esto tiene mucho de mito romántico moderno, hay algunos precedentes históricos que contemplan ciertas prácticas marciales como una vía para el auto-perfeccionamiento y las ligan, de alguna manera, a la espiritualidad.
La arquería:
La arquería ha sido de máxima importancia en la guerra a lo largo de la mayor parte de la historia de China, desde la antigüedad remota hasta el s. XIX; incluso, después de la aparición de las primeras armas de fuego. Pero, además de su uso práctico, la arquería es probablemente la primera disciplina marcial en asociarse a una función simbólica.
Ya en la dinastía Zhōu 周, en que las competiciones de arquería eran un pasatiempo frecuente, éstas comenzaron a desligarse de la efectividad marcial, es decir, de la puntería y potencia de perforación, para convertirse en una demostración de conducta correcta. Para los pensadores confucianos, lo que primaba en la arquería era la corrección de la forma y no la efectividad marcial. La corrección de la forma mostraba el perfeccionamiento interno y se alejaba de la mera ostentación de fuerza propia del arquero de guerra.
A pesar de ello, los pensadores confucianos no consideraban la arquería como una vía a un estado mental superior. Esta idea aparece por primera vez en los escritos de los taoístas Zhuāngzǐ 莊子 y Lièzĭ 列子.
Lièzĭ y la arquería
En el Lièzĭ hay una historia según la cual el maestro Liè estaba demostrando su tiro con arco ante Bóhūn Wúrén 伯昏無人. Lièzĭ era tan habilidoso que podía colocar una taza de agua sobre su codo, y tensar el arco sin derramar ni una gota, y era además tan rápido que tras disparar una flecha y había colocado la siguiente en su lugar.
Sin embargo, esta habilidad no impresiona a Bóhūn Wúrén, un personaje legendario que representa al mismo Dào 道. Wúrén (literalmente, “no-persona”), insta a Lièzĭ a subir una montaña y disparar desde lo alto de un precipicio. Cuando Wúrén se colocó con la mitad de sus pies sobresaliendo el abismo, Lièzĭ se tumbó en el suelo, sudando del pánico.
En esta historia, Wúrén muestra a Lièzĭ que, aunque ha alcanzado la habilidad física de la arquería, aún no ha alcanzado el Dào. La incapacidad de Lièzĭ de disparar desde lo alto del precipicio se debe a que su mente está tensa; ha alcanzado la habilidad externa pero no ha dominado los aspectos sutiles.
Lièzĭ 列子.
Esta es una de las primeras indicaciones de la idea de que las artes marciales, mediante la perfección de la habilidad, pueden llevar a una perfección del estado mental. Se empezó a valorar así un estado mental que permanecería en el tiempo, por encima de una habilidad física que decrece con la edad del practicante. Es de resaltar que esta idea aparece mucho antes que el Chán 禪 e incluso que la llegada del budismo desde la India.
Debido a la necesidad de un estado mental sereno en la práctica de la arquería, ésta comenzó a verse como una vía para alcanzar dicho estado. Esta visión de la arquería permanecerá por toda la era imperial china.
Las danzas marciales:
Las danzas marciales son las demostraciones más tempranas de habilidades marciales sin fines competitivos, sino con fines rituales, espirituales y estéticos.
Las danzas marciales replicaban los movimientos del combate y trataban de inducir un estado mental apropiado para la lucha. Estas danzas parecen haber existido al menos desde el Período de Primaveras y Otoños (春秋時代 Chūn-Qiū Shídài), y en un principio utilizaban las mismas armas que se usaban en combate. En las danzas marciales, el significado se desligaba de la efectividad marcial para entrenar aspectos mentales, emocionales y espirituales.
Filósofos y pensadores:
Los confucianistas, en sus textos, se sirvieron de ejemplos de habilidades marciales para explicar conceptos morales; para ellos el desarrollo moral era más importante que el desarrollo de habilidades marciales.
En los Estados Combatientes (戰國時代 Zhànguó Shídài) se desarrolló entre la clase guerrera la consciencia de la posibilidad de una práctica marcial para el auto-perfeccionamiento. Las artes marciales requieren de una mente clara y concentrada, cuyo valor va más allá de la marcialidad misma. La virtud moral se consideraba más valiosa y difícil de conseguir que la habilidad marcial.
El jiàn:
Ya hemos hablado del jiàn en nuestro artículo Historia del Jiàn o Espada Recta China. No obstante, vamos a resumir aquí las ideas principales que nos interesan en este contexto.
El jiàn 劍 (espada recta de doble filo) dejó de usarse en el campo de batalla ya durante la dinastía Hàn 漢, y fue reemplazado por el sable (刀 dāo). No obstante, permaneció como arma no militar de eruditos y oficiales de la corte.
Asimismo, la espada recta persistió también en las danzas de espadas y en rituales religiosos taoístas, pero se relacionaba más con la estética y la función ritual que con la autorrealización.
No obstante, en la dinastía Míng el jiàn se convirtió en el arma del erudito, asociación que se mantendría incluso después de la dinastía Qīng 清. Aunque mantuvo cierto valor en la autodefensa, fue el carácter no militar del jiàn lo que permitió su uso por las clases educadas civiles sin asociarse a las clases militares.
Algunos literatos del período Míng practicaron también con otras armas, y algunos dedicaron su vida a la búsqueda de conocimiento marcial, viajando a través de China en busca de maestros, sin dejar por escrito sus motivos. No se puede descartar que estos eruditos buscasen algún tipo de autoconocimiento mediante las artes marciales.
Aunque no hay evidencia de que el arte del jiàn se asociase a la autorrealización de igual manera que la arquería, es posible que así fuese, teniendo en cuenta la cantidad de entrenamiento necesario para su dominio, y tratándose de un arma no militar.
Época moderna:
Desde el s. XIX, la atención prestada a los aspectos espirituales ha sido mayor, ya que el armamento moderno hizo que el combate cuerpo a cuerpo dejara de ser relevante en la lucha real. El énfasis en estos aspectos provenía de una minoría culta, pero tuvo un gran efecto en la difusión de estos nuevos valores o significados. Ya que la gran mayoría de artistas marciales eran analfabetos, no pudieron dejar registro de su percepción de las artes marciales. Fue precisamente la minoría culta la que escribió sobre esto y sus escritos fueron ampliamente difundidos tanto dentro como fuera de China, influenciando nuestra percepción actual de las artes marciales chinas.
Los ejercicios de energía interna
Otro aspecto importante fue la asociación de las artes marciales con prácticas esotéricas como el dǎoyǐn 導引 o la alquimia interna taoísta (內丹 nèidān), con objeto de cultivar la energía interna y mejorar la salud. Esta conexión entre las artes marciales y el cultivo de la energía interna no se establecería hasta principios de la dinastía Qīng 清 (1644-1912) o, como muy temprano, a finales de Míng 明 (1368-1644), y fue especialmente promovida por las llamadas “escuelas internas” (內家 nèijiā). Es muy posible que fuese la élite culta la que integrase estas prácticas dispares. No existen evidencias que demuestren una conexión anterior entre ellas.
Ya en el s. XX, el qìgōng 氣功 clamaría descendencia de los antiguos ejercicios de dǎoyǐn; no obstante, es imposible probar esta conexión o la similitud entre ambas prácticas. De hecho, el primer uso registrado del término qìgōng data del año 1934. Lo único que liga el qìgōng con el dǎoyǐn (o xíngqì 行氣) es la mención del qì 氣 o energía interna.
Si prescindimos del énfasis en la canalización del qì, entendiendo éste como energía interna, y contemplamos el qìgōng meramente como un conjunto de ejercicios de respiración en movimiento, entonces es probable que no sólo las artes marciales hicieran uso de estas prácticas; otras artes como la pintura y la caligrafía también las habrían empleado.
Es interesante resaltar también que la asociación del kungfu con la meditación no existía antes de la dinastía Míng, ni siquiera entre la comunidad budista que practicaba artes marciales. Hasta entonces, incluso en los casos en que comunidades monásticas se involucraron en conflictos bélicos, las habilidades marciales tenían como único objetivo la victoria sobre el enemigo.
Lo importante aquí es el desarrollo de la idea de la posibilidad de adquirir un conocimiento más profundo de uno mismo mediante la práctica de técnicas de lucha; esta idea fue adquiriendo mayor importancia conforme el combate cuerpo a cuerpo iba perdiendo relevancia en el campo de batalla. La larga tradición marcial china se redefinía bajo un nuevo prisma.
Ya a finales de Qīng, las artes marciales se redefinieron de acuerdo a las nuevas ideas del nacionalismo chino. El énfasis en el auto-perfeccionamiento pretendía de alguna manera marcar una diferencia con las prácticas deportivas occidentales. Perdido su sentido bélico, las artes marciales chinas, como producto cultural de la nación china, necesitaban ser dotadas de un sentido práctico en el nuevo contexto del siglo XX.
Conclusiones:
Si bien las artes marciales siempre han tenido cierto componente mental o atencional, y aunque en la antigüedad algunas prácticas marciales, como la arquería, han sido vistas como vías al auto-perfeccionamiento, esta visión del kungfu como un camino a la autorrealización es una perspectiva moderna.
Aunque algunas instituciones militares o miembros de éstas adoptaron ciertas divinidades como patronas, o realizaron ritos relacionados con su actividad marcial, las técnicas marciales no derivaban de ningún modo de la religión, ni las prácticas esotéricas o místicas eran parte del entrenamiento de un artista marcial.
La tecnología bélica de los siglos XIX y XX dejó las artes marciales chinas obsoletas como forma de guerrear. Se hizo entonces necesario encontrar un nuevo sentido práctico para mantener vivas estas artes, una reliquia cultural producto del conocimiento ancestral de la nación china. Este sentido práctico se definió en contraposición con la visión occidental del deporte como mero ejercicio físico, poniendo especial énfasis en ciertos componentes internos ligados al auto-perfeccionamiento del practicante, y ligando las artes marciales a prácticas de cultivo de la energía interna, como el qìgōng.
Esta visión se acentuaría posteriormente en Occidente, condicionando la manera en que entendemos las artes marciales chinas hoy en día.
Fuentes:
- Breve Historia del Kung Fu, William Acevedo, Mei Cheung, Carlos Gutiérrez García. Ediciones Nowtilus, 2010.
- Chinese Martial Arts: From Antiquity to the Twenty-First Century, Peter Lorge. Cambridge University Press, 2012.