Guan Yin y la Indigenización del Budismo en China

Introducción:

Dentro del budismo, Guān Yīn o Kwan Yin 觀音 es el nombre chino de Avalokiteshvara, el bodhisattva* de la compasión, que en China es representado generalmente en forma femenina. Guān Yīn es también una figura reverenciada en el taoísmo como un inmortal.

Su nombre original, Guān Shì Yīn 觀世音, puede traducirse como “Quien Percibe los Sonidos del Mundo”, haciendo referencia a la capacidad de Guān Yīn de escuchar el llanto de todos los seres y acudir en su socorro. Este nombre se acortó debido al tabú existente de utilizar el carácter shì 世, contenido en el nombre del emperador Tàizōng 唐太宗, Lǐ Shìmín 李世民.

En el budismo tibetano, Avalokiteshvara adopta el nombre de Chenrezig, y es reencarnado una y otra vez en la figura de los Dalai Lamas. En Japón toma el nombre de Kannon; es también una figura femenina al igual que Guān Yīn.

En China, Guān Yīn fue representado en forma masculina hasta al menos el s. X. En el Sutra del Loto (妙法蓮華經 Miào Fǎ Lián Huá Jīng) se describe a Avalokiteshvara como alguien capaz de adoptar cualquier forma. Desde el s. XV en adelante, las representaciones de Guān Yīn son generalmente femeninas, debido posiblemente a su asociación con la compasión y la benevolencia.

Otra de las diferencias notables de Guān Yīn con el Avalokiteshvara indio es que, en China, Guān Yīn no fue asociado en ningún momento a la realeza como sí lo estaba Avalokiteshvara. Es posible que esto se debiera a que en China ya existía una asociación de la figura del emperador con un poder divino, considerándosele el Hijo del Cielo.

Guān Yīn fue representado en forma masculina hasta al menos el s. X.

La popularidad de Guān Yīn en China es tal que se dice que no hay un solo hogar donde no se le rinda culto. Tanta popularidad resulta, cuando menos, curiosa. Hasta la aparición de Guān Yīn no existía en China la idea de un salvador universal que respondiera a las llamadas de quienes lo necesitaran. Las deidades taoístas eran seres retirados de la sociedad y del mundo humano, en busca de la inmortalidad en comunión con la naturaleza. Aunque el budismo era una religión extranjera, la nueva figura de Guān Yīn era especialmente atrayente, pues podía procurar paz espiritual a la vez que aliviar los infortunios materiales. Existía pues un vacío en el panteón chino que Guān Yīn vino a llenar.

No obstante, tras la aceptación de la figura de Guān Yīn por el pueblo chino, ésta sufrió una transformación respecto al Avalokiteshvara indio, al igual que todo el budismo sufrió una adaptación a la mentalidad china.

Guan Yin - Guan Yin y la Indigenización del Budismo en China

Monje chino ofreciendo incienso ante la figura de Guān Yīn.

 

La indigenización del budismo en China:

Durante la dinastía Hàn 漢 (206 a.C. - 220 d.C.), los monjes indios y centroasiáticos que viajaban por la Ruta de la Seda introdujeron la religión budista en China. En un principio, los chinos no entendieron bien el budismo y agregaron a Buda al panteón taoísta, donde se le rendía culto junto a Lǎo Zǐ 老子 y a Huáng Dì 黃帝, el Emperador Amarillo. Cuando en China se comienza a representar artísticamente a Buda, éste adopta la misma forma que otra deidad taoísta, Xīwángmǔ 西王母, la Reina Madre de Occidente.

La introducción de la idea de la reencarnación supuso un nuevo problema, ya que se trataba de un concepto totalmente nuevo para el pensamiento chino. La única manera en que los chinos pudieron hacer suyo dicho concepto fue suponiendo la existencia de un alma eterna que trascendía la muerte, idea en todo punto contraria al concepto budista de anātman o ausencia de “yo”.

Como forma de hacer el budismo familiar con la cultura local, los chinos buscaban ideas ya existentes en el taoísmo a las que poder asociar las nuevas ideas, provocando así una transformación del budismo indio original. Cabe destacar que en esta primera época, los sutras más divulgados no mencionaban apenas la figura de Avalokiteshvara.

Tras la caída de la dinastía Hàn en el s. III, el budismo empezó a echar raíces en China, y a competir con el taoísmo por el patronazgo imperial y el apoyo del pueblo. Las ideas o fórmulas más populares de una religión eran copiadas por la otra, y viceversa. Así tuvo lugar un proceso de intercambio y contaminación mutua entre las dos religiones. El taoísmo adoptó para algunas de sus deidades las características más atrayentes de los bodhisattvas, como la capacidad de procurar la salvación de todos los seres.

Durante las dinastías Suí 隋朝 (581-618) y Táng 唐朝 (618-907) se desarrollaron las primeras escuelas budistas típicamente chinas: las escuelas Tiān Tái 天台宗, Huá Yán 華嚴宗, la escuela budista de la Tierra Pura y la escuela Chán 禪 (Zen) son el resultado exclusivo del pensamiento chino. Estas escuelas otorgaban la máxima autoridad al Sutra del Loto, al Sutra Huá Yán y a los llamados Sutras de la Tierra Pura, en los que Guān Yīn o Avalokiteshvara tiene un papel preeminente. De esta manera, pareja al crecimiento de la popularidad de estas escuelas autóctonas de China, la popularidad de Guān Yīn se incrementó de igual manera. En la dinastía Táng, la popularidad de Guān Yīn, junto con la del buda Amithaba (Āmítuó Fó 阿彌陀佛), había superado a la del mismo Buda Sakyamuni.

Desde muy temprano, existió en la corte imperial china una tendencia al sincretismo religioso. Después de la dinastía Táng, y quizá influenciadas por los gobernantes, las escuelas de budismo chino comenzaron a fusionarse, tanto entre sí como con otras religiones. Especialmente destacable es la unión de las tres grandes corrientes filosófico-religiosas existentes en China —confucianismo, budismo y taoísmo—, en lo que vino a llamarse Sān Jiào Hé Yī 三教合一 (Tres Enseñanzas en Una).

 

La transformación de Avalokiteshvara en Guān Yīn:

Dentro del budismo, la mujer estaba espiritualmente relegada a un segundo plano, considerando que una mujer no podía alcanzar la iluminación y que un nacimiento como mujer era el resultado de un mal karma anterior. Esta situación no propiciaba el culto de símbolos ni deidades femeninas.

Es posible que la feminización de Guān Yīn ocurriera como respuesta a este fenómeno patriarcal, de manera similar a cómo el taoísmo incluyó algunas figuras femeninas, como Hé Xiāngū 何仙姑, ya fuera a modo de reconocimiento o como forma de atraer a las mujeres hacia su esfera de influencia.

Fue seguramente por la capacidad de la religión budista de adaptarse a las necesidades locales que supo proveer lo que faltaba, rellenando los vacíos existentes hasta llegar a ser considerada por los chinos como una de las tres religiones de China.

Las primeras representaciones auténticamente chinas de Guān Yīn comenzaron a aparecer en el s. X, junto con mitos y leyendas locales sobre su figura. Su sinización no fue completa hasta que, a través de estos mitos, se le adjudicó una vida humana como personaje histórico. En China, las deidades eran representadas como seres humanos reales, con vidas reales en lugares reales de China. Muchas de estas deidades fueron verdaderamente personajes históricos que fueron deificados tras su muerte, pero si éste no era el caso, el proceso que se producía era el contrario: la humanización de la deidad.

Una de estas vidas humanas asociadas a Guān Yīn era la de la princesa Miào Shàn 妙善, que dio sus propios ojos para obtener la medicina que curara la enfermedad de su padre. Estas historias dieron lugar al surgimiento de ciertos lugares de peregrinación, como la isla de Pǔtuó Shān 普陀山, identificada con el mítico reino budista de Potalaka, y al culto de diversas representaciones locales de la diosa, como es el caso de Nán Hǎi Guān Yīn 南海观音, o Guān Yīn del Mar del Sur, en ese mismo lugar.

Más sorprendente todavía es la aparición de una serie de sutras de origen chino en los cuales se promueve especialmente el culto a Guān Yīn. Estos sutras no forman parte del Canon Pali ni de las escrituras Mahayana y son considerados apócrifos, ya que no guardan relación con los lugares y épocas a los que pretenden hacer alusión. Sin embargo, estos sutras chinos son en verdad intentos de asimilar las enseñanzas budistas a la cultura local.

Concluyendo, la figura de Guān Yīn y la transformación que ésta sufrió respecto del bodhisattva Avalokiteshvara son un claro ejemplo de, primero, cómo el pueblo chino intentó adaptar los mitos e ideas de una religión extranjera a su cultura local, hasta el punto de convertirlas en genuinamente chinas; y segundo, de la adaptabilidad de la religión budista, que allí donde llegó se fusionó con las creencias locales como mecanismo de supervivencia y de llegar al máximo número de personas posible.

 

Notas:

* Un bodhisattva es un ser que ha alcanzado la iluminación espiritual. Según la religión budista, los bodhisattvas no entran en el Nirvana, poniendo fin así al ciclo de nacimiento y reencarnación, sino que eligen seguir reencarnándose una y otra vez para poder ayudar a todos los seres a liberarse del sufrimiento y alcanzar el despertar.

Aunque en los sutras budistas, los bodhisattvas no tienen género, normalmente son representados en forma masculina.

Figura de Guan Yin - Guan Yin y la Indigenización del Budismo en China

Representación de Guān Yīn.

 

Fuentes:

Chün-Fang Yü, Kuan-yin: the Chinese transformation of Avalokitesvara, Columbia University Press, New York, 2001.

 

 

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